Memoria de los felices veinte
La artista Carmen Martín Plaza expone durante el mes de febrero sus sensuales dibujos en la galería Arte Lancia
La exposición de la pintora Carmen Martín Plaza en la galería Arte lancia debiera tener como acompañamiento una banda sonora de charlestón, de la música que llenó los salones de los míticos y felices años veinte. Faldas cortas, pequeños sombreros y la primera gran guerra sobre una caduca moral victoriana, hicieron de aquellos tiempos un mundo de fantasía y sensualidad que aún hoy, casi un siglo después, se recuerda con nostalgia. Carmen sabe trasladar al espectador, gracias al laberinto de la línea, a ese mundo que todos conocemos de oídas, en el que baile de moda era el charlestón y las historias se contaban a través de las melodramáticas o picarescas letras de los cuplés. «Desde muy pequeña -nos cuenta- ha sido un época que me ha encantado, me criado entre revistas y afiches de cine de aquel tiempo¿ y, aún haciendo garabatos, a mí me salen estos personajes y aquellos ambientes. Me parece que fue una época divertida en la que la mujer tenía un poderío que ahora no tiene, pienso que ha perdido una buena parte de aquel glamour¿ y, en fin, que me gusta, con eso basta». Historias de los años 20 Los cafés cantantes, fantásticos idilios de señoritas vestidas de seda y señores portadores de elegantes frac, los elegantes lupanares sede de todas las seducciones y todos los placeres. «Todo eso lo aporta -comenta Carmen- el basarte en temas de los viejos cuplés, en historias picantes que has escuchado de los mayores, en los viejos cafés en los que era imprescindible la presencia de una pianola. La luz atravesando con lánguido brillo los grandes ventanales escoltados por cortinas rojas y columnas doradas¿ todo un mundo en el que yo, personalmente, me siento feliz». Los dibujos de Carmen Martín Plaza tienen la sencillez que aporta la maestría y la belleza de unas manos dedicadas desde siempre y jugar con las líneas y los colores. Hay enorme ternura y en deje de sutil ironía en sus personajes, hay sensualidad en las formas femeninas que por primera vez en la historia pudieron permitirse abandonar en un desván los corsés de ballenas. Y todo está conseguido a través de un gran cúmulo de técnicas pictóricas. «Yo empleo todo lo que es capaz de dejar una línea sobre el papel, las tizas, el carboncillo, el pastel, la aguada, la acuarela. Siempre dibujo sobre papel, me parece un medio muy agradable. También tengo que decir que prefiero el dibujo a la pintura, disfruto más dibujado. Mi trabajo nace de una mancha que poco a poco va generando la obra, va sugiriendo las figuras¿ yo no parto de un boceto previo, dejo que la imaginación y la memoria vayan creando el cuadro casi de una forma independiente». Faldas cortas, largos collares de perlas más o menos legítimas y señores de ostentosas pajaritas, un divertimento con texturas de seda, terciopelo o alpaca, con el brillo tenue de la luz de gas y con una música de fondo en la que el divertido charlestón se mezcla con la novela trágica del cuplé o el frenético ritmo del tango. Unas obras llenas de lecturas en las que la historia en ocasiones es más profunda que el dibujo que la cuenta. «Está por ejemplo, esa chica de la estación, absolutamente cursi que espera un tren que la lleve en busca de un mundo lleno de fantasía que le haga olvidar su pasado¿» Lugar: Calle Gil y Carrasco 1, 1º izquierda. Hora: De lunes a viernes, de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00.