Diario de León

| Entrevista | Miguel Yuma |

«Nos quedamos sin patrimonio y nos quedamos sin gente»

El defensor de espacios naturales y etnográficos en grave proceso de abandono, como Villarbón o Campo del Agua, denuncia la muerte «por pura inanición» de valles como el de Ancares

El polifacético alcalde pedáneo del pueblo de Villarbón

El polifacético alcalde pedáneo del pueblo de Villarbón

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E. Gancedo - león
León

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Miguel Yuma no se calla. Una vez conocidas las conclusiones del estudio de la Junta, no dudó en molestarse por aclarar, ante quien quisiera escucharle, que esos datos no reflejaban en modo alguno la realidad de una zona cuyos problemas conoce demasiado bien. -¿Qué opinión le merece el resultado de este estudio de la Junta sobre las pallozas de la provincia? -Por de pronto, encomiar el exhaustivo trabajo de la gente que lo ha hecho, y en el que incluso yo mismo participé como informante; pero en segundo lugar también hay que decir que el modo de presentar esos datos se ha hecho de un modo exagerado, están ampliados, engordados, y eso es muy negativo, tanto de cara a la opinión pública como de cara a la Junta. -Los creadores del estudio afirman que ellos también contabilizaron cualquier resto arqueológico de muros circulares... -Claro, todo depende del enfoque que se le dé. Esto se ha hecho desde el rigor arqueológico y eso no refleja la realidad viva de las zonas donde hoy hay pallozas. Además, una palloza es una cosa muy concreta, en ella viven animales y personas, tiene sólo una altura... no se pueden mezclar con otro tipo de construcciones con techo de paja, de dos alturas, por ejemplo, que son diferentes. Si tenían que poner edificios con paredes redondeadas, ¿por qué no metieron la plaza de toros de León o el Edificio Europa? -Y esos restos de pallozas más o menos caídas, ¿no pueden considerarse como tales? -Algunas están, sí, más o menos caídas, pero es que aquí han metido trozos de muro que hoy son solares o simplemente delimitan huertas. -Según su experiencia, ¿cuántas quedan hoy en Ancares, que es lo que mejor conoces? ¿Y en otros valles? -Muy pocas. La imagen que se ha dado de que hay casi doscientas y de que, bueno, en el fondo no hay tanto problema, es muy negativa. El grito de las pallozas es el grito del valle de Ancares. Nos estamos quedando sin patrimonio y nos estamos quedando sin gente. Vamos a ver: en Balouta quedan en pie siete pallozas, y cuatro o cinco vestigios visibles. En el valle de Balboa, sumando todas, la municipal, construcciones nuevas, etc., pero vale, sí, con techo de paja, puede haber diez, como mucho. En el de Fornela ninguna, cero, sólo vestigios (en Cariseda quedaba un trozo de techo teitado que no sé si se habrá caído ya) y lo que es el valle de Ancares como tal, ¡queda una!. Y también había dos pajares en Sorbeira que ya se han caído. -De veinte a doscientas hay un buen trecho. -Claro, si hubiera sido hace cien años sí, y más todavía. Pero mira: en 1910, la mitad de las casas de Fabero, que tendría 5.000 habitantes, estaban techadas de paja. En 1999 yo vi en Valdemanzanas y en Villar de Ciervos, que es Maragatería, casas con patio interior techadas de paja; pero todo eso no son pallozas. La palloza es una forma de vida, donde vivían animales y personas casi juntas, una forma de vida miserable, sí, pero que como edificio debe ser preservado porque nos habla del valor de la supervivencia, un valor que ha llegado hasta nuestros días. -La gente que es propietaria de alguna y quiere restaurarla ¿se encuentra con problemas o con dificultades? -El propietario de la de Pereda, que te decía antes, pidió hace un año y medio a la Diputación 600.000 pesetas para arreglar el teito y además el trabajador lo ponía él, bueno, pues aún sigue esperando. Además, por dentro tiene toda la estructura y enseres, que es algo extraordinario, y no sabe si poner una lona para que no se le moje todo cuando llueva, o qué hacer. -Esto es, que las pocas que hay corren peligro. -Con las pallozas pasa una cosa muy bonita y que en León se está perdiendo, y es que tienen nombre. Casa Pilar, Casa Ramón... bueno, pues Casa Pilar, que por cierto era una señora a la que yo oí recitar conjuros contra el lobo o para encontrar el ganado perdido, con la de agujeros que tiene esa palloza, en tres o cuatro años se va al suelo. -¿Y en Campo del Agua? -De todas las que yo hice en El Regueiral, ninguna. Se han vuelto a levantar dos, pero ya con horno dentro, etc. La imagen esa tan bonita de los calendarios con Campo del Agua todo teitado ya no existe, no es verdad. -¿Cuál es el gran problema de Ancares, hoy? -Estos pueblos van muriendo de inanición. La gente, como digo yo, acaban abducidos . Abducidos por las ciudades, se van a vivir fuera, porque no tienen otro remedio, y vuelven convertidos en turistas. Ancares se muere. Once pueblos y un censo real de 400 personas. -Sin embargo, es sinónimo de paisaje, de turismo rural, etc. -Eso sí, vas por la autovía y venga carteles que pone «Ancares», todo dios se aprovecha del nombre, sobre todo en Galicia, donde nos lo han «comido» . ¡Y pensar que lo que ha dado nombre a todo eso es un valle leonés de apenas ocho kilómetros!

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