Diario de León

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«Ahora sé lo que significa perder en un cara o cruz»

Javier Bardem dedicó el Oscar a los cómicos «que han traído la dignidad a nuestro oficio»

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Angélica Martínez - los ángeles
León

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«Un accidente maravilloso y fortuito». Con la sonrisa bordada en la cara, el Oscar en la mano y vestido con un traje negro, camisa blanca y corbata oscura, Javier Bardem, de 39 años, no era muy consciente de haber hecho historia tras recibir el galardón al mejor actor secundario. «Tendrán que pasar muchas horas y unos cuantos whiskies para asimilar esto», reconoció a la prensa española. Sereno y controlado, Bardem se reconoció «más feliz» por el triunfo de los Coen y su No es país para viejos que por su propio premio, «que representa lo mismo que representaba hace cuatro horas cuando no lo tenía en las manos, un accidente, un accidente maravilloso y fortuito». Pero no ocultó su entusiasmo y su satisfacción por haber podido ofrecer el galardón a su madre Pilar, que cruzó el Atlántico para estar con su hijo en la noche en que, por primera vez, un actor español consigue el eunuco dorado. No hubo sorpresas y Bardem entró en la exclusiva lista de Hollywood tras haber recibido todos los reconocimientos posibles, diecisiete, por interpretar al psicópata de peinado imposible en la célebre película de los hermanos Coen. «De todos los personajes que he hecho, y algunos han sido muy intensos, he aprendido tanto como de éste; ahora sé lo que significa perder en un cara o cruz», manifestó la estrella canaria. El actor canario subió a la carrera las escalerillas que dan acceso al escenario del Teatro Kodak de Los Ángeles y, en inglés, dio las gracias a los Coen por haber confiado en él. Después, a velocidad endiablada, usó el español: «Mamá, esto es para tí. Esto es para tus abuelos, para tus padres, Rafael y Matilde. Esto es para los cómicos de España que, como tú, han traído la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España. Y esto es para todos vosotros. Muchas gracias». El cine en los genes Hijo, nieto y hermano de actores, sobrino del director Juan Antonio Bardem y primo del también realizador Miguel Bardem, Javier reconoció su respeto por los secundarios y confesó que ninguno de sus papeles puede ser considerado realmente bueno. «En mi carrera no tengo ningún personaje especial que me haga decir 'wow, eso fue muy bueno'. Tengo momentos, instantes en los que he tocado la nota adecuada, pero un papel que me haga decir que bueno es, no, no lo tengo», explicó. No se olvidó de sus compañeros de reparto, «el grandioso Tommy Lee Jones, el grandioso Josh Broslin, la grandiosa Kelly MacDonald...». Y mucho menos de los Coen «por ser lo suficientemente locos» para creer en él. Y concluyó que, de todos los roles que le ha correspondido interpretar en su vida, ser él mismo es el más difícil de todos. «Tendrán que pasar muchas horas y unos cuantos whiskies para asimilar esto»

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