Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Comecuras

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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ANDA TVE-1 anunciando un nuevo culebrón de producción propia que se llama La señora y que entre sus escenas promocionales incluye un hermoso beso entre una dama y un cura. Desde luego, es una forma eficaz de llamar la atención. Acto seguido zapeaba uno y caía en El hormiguero de Cuatro, producción de Gestmusic, donde Pablo Motos, en animada conversación con Jesús Vázquez y entre chacotas anticatólicas, denunciaba el elevadísimo número de homosexuales que hay en las filas del clero. Ambos personajes se referían también a cierto alarde comecuras de Wyoming en El intermedio de La Sexta, producción de Globomedia. Nada que nos espante después de ver el especial antiepiscopal de hace un par de semanas en La noria de Telecinco, producción de Hormigas Blancas donde, por cierto, también le dan al asunto de la homosexualidad y los curas. Se diría que hay una suerte de competición por ver quién es más anticlerical. Todo esto empezó con el Cristo cocinado por Krahe en Lo + Plus y desde entonces no ha parado, al revés: se acelera uniformemente. ¿Qué está pasando? Es muy interesante ver el papel que juega la religión en la televisión española: no hay tal papel. Fuera de la programación cultual de La 2, confinada al espacio dominical, y de la ocasional cobertura de algunos acontecimientos especiales, la religión no existe. Esto es consecuencia de la organización de la vida social española sobre bases estrictamente laicas (aconfesionales), que encajan con la progresiva desacralización de las sociedades contemporáneas. El paisaje viene definiéndose así desde hace muchos años y tampoco parecía que hubiera nadie especialmente molesto por la situación. Ahora bien, en los últimos años hemos visto aparecer algo que no estaba previsto en el dibujo: una veta expresamente antirreligiosa, orientada a minar cualquier dimensión sagrada en la vida de la gente. Esa veta se presenta de manera transversal en distintos segmentos de la parrilla, pero sobre todo en los programas de entretenimiento, donde hay menos cortapisas profesionales. Hasta la fecha, las agresiones o desdenes hacia segmentos sociales concretos -homosexuales, inmigrantes, mujeres, musulmanes, ahora los católicos- solían venir paliados por la autocensura: uno sabe que no debe herir gratuitamente a tal o cual grupo, y entonces se calla. Lo que pasa es que en este asunto la autocensura se ha vuelto unidireccional: callan los heridos mientras gozan de carta blanca los agresores. Aparece un nuevo tipo de autocensura que consiste en no protestar, no sea que vayan a decir que eres poco progresista. Pues bien: yo protesto. Creo que este anticlericalismo televisivo sólo sirve para hacer más áspera la convivencia.

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