Supervivientes

HOMBRE, hombre, han echado a Carmele. «Que te calles, Carmele», decía Mariñas en aquella Tómbola de funesta memoria. No se calló. Carmele Marchante siguió a lo suyo. El lector enteradillo recordará que tuvo un lacrimoso rifirrafe con Carmen Sevilla, y que nuestra audaz periodista acabó encorozada por los tribunales. Últimamente la veíamos, a Carmele, en los aquelarres desolladores de la medianoche de Telecinco. Luego se enroló en esto de Superviviente s, donde ha desempeñado el papel de bruja con no sorprendente convicción. Incluso tuvo un achuchón que dio más morbo al programa. O sea que sí, que han echado a Carmele. Bueno, ¿y qué? Hay que presumir que ahora se incorporará al programa como tertuliana ex combatiente para rajar de los supervivientes propiamente dichos. Con esto Supervivientes seguirá ahondando «Perdidos en Honduras», se llama esta edición- en su vertiente de famoseo en detrimento de la aventura-espectáculo. Es quizá lo más notable de Supervivientes : que Telecinco se ha cargado un buen reality al convertirlo en una simple pasarela de famosos de medio pelo. En un libro que acaba de aparecer, Y si habla mal de España es español , Fernando Sánchez Dragó tiene unas palabras para Supervivientes . Es en una enumeración de calamidades televisivas. Dice así: «Preguntas de Trivial triviales, claro y respuestas de cajón o de enciclopédica ignorancia. Soseras que cuentan chistes idiotas para ver si los proclaman reyes de la tragicomedia. Mozalbetes que retuercen la cintura y profieren aullidos con un micrófono en la mano y los ojos humildemente puestos en uno de los últimos lugares del próximo festival de Eurovisión. Putuelas y chulillos de piscina municipal jugando a ser robinsones en una isla de cartón piedra ». Seguro que a más de uno le parecerá tremendo eso de «putuelas» y «chulillos». A mí, sin embargo, lo que de verdad me parece terrible es eso de la piscina municipal. Porque, hombre, el famoso, por su propia condición, está hecho a que le llamen de todo y eso forma parte de su manera de ganarse la vida, pero a lo que no están acostumbrados es a que les rebajen el rango, a que degraden su brillo dorado en cutre purpurina. ¿Piscina municipal? Si Carmele demanda a Dragó será precisamente por la mención alevosa de tales balsas de hongos y pises comunales: toda la vida pegando brincos para asomar el tupé sobre el glamour, lo chic y la jet, para que al final te caractericen como parroquiano de piscina municipal. Eso sí que no tiene pase. Y a todo esto, ¿qué hacía Dragó viendo Supervivientes ? Seguramente lo mismo que otros muchos cientos de miles de personas: pasar el rato sin más pretensiones; como quien acude a una piscina municipal.