EL INVENTO DEL MALIGNO
Grotesco
LA OPERACIÓN organizada por RTVE para elegir a su representante en el Festival de Eurovisión se llamaba Salvemos Eurovisión . Hoy podríamos llamarla Hundamos Eurovisión . Desde un cierto punto de vista, ambas cosas pueden ser equivalentes. Lo dijo Nietzsche: «Lo que se está cayendo, empujadlo». Para empujarlo con jovial violencia, como quería el viejo cabeza de pólvora, TVE-1 organizó una gala que se emitió el sábado noche, quién sabe si para reventar la reflexión de la jornada, y que condujo con mano maestra (de escuela de los años setenta) doña Rafaela Carrá, acompañada de Bibiana Fernández, Boris Izaguirre (¡otra vez él!) y José Luis Uribarri, entre otros cómplices. El público resistente pudo ver y a veces hasta escuchar un cierto número de temas e incluso alguna canción. Luego se votó y resulta que ganó Rodolfo Chikilicuatre, el cómico de Buenafuente en La Sexta, con una composición friki a más no poder donde el artista emula a un tópico carpetovetón que a su vez imita a un latino (hispanoamericano en espanglish) que a su vez imita a un rapero de Nueva York. De las imitaciones superpuestas emerge algo que guarda con la música una relación por lo menos dudosa. Eso, sin embargo, fue lo que el público votó en los sistemas habilitados a través de Internet. ¿Y quién pudo votar este disparate? A las pocas horas de que se consumara el desastre, la directora de programas de TVE, Eva Cebrián, destacaba que «las votaciones han sido libres, abiertas y sin interferencias», y añadía que «a partir de ahora, Chikilicuatre es el candidato de TVE al Festival de Eurovisión a todos los efectos y recibirá nuestro apoyo con todas las consecuencias». Suena a amenaza, ¿verdad? El hecho es que en los días previos se había denunciado la manipulación