El Musac inaugura «Después de todo»

Después de todo. Es el título de la nueva propuesta del Musac, que hoy abre sus puertas en el Laboratorio 987, el espacio más experimental del centro de arte. En esta sala, los artista Iván Grubanov (Belgrado, 1976) y Ángel de la Rubia (Vigo, 1981) mantienen un diálogo sobre nuestro pasado más reciente, la huella de la memoria, la historia y las connotaciones políticas en la sociedad actual. Después de todo es el relato de una historia cruenta, silenciada durante años, y vista desde la serenidad que da el paso del tiempo. El fotógrafo gallego Ángel de la Rubia ha documentado gráficamente las excavaciones realizadas en Oviedo por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica que se han llevado a cabo en La Fosa de Valdediós. Imágenes terribles de fosas comunes, retratos de testigos que sufrieron la represión franquista, esqueletos, exhumaciones... Su retrato de la tragedia le ha llevado también a dos polvorines como Bosnia o Líbano. De la Rubia trata de captar la vida cotidiana de dos países torturados por la guerra y es, precisamente, en la vida cotidiana, donde es posible percibir las huellas de una tragedia demasiado reciente. El artista serbio Ivan Grubanov muestra en sus dibujos titulados Afterimages su personal visión de los estragos de la guerra. Grubanov se centra fundamentalmente en los iconos religiosos, lo cual adquiere un profundo significado, teniendo en cuenta la evidente lectura de guerra de religión que tuvo el conflicto serbio. La serie se completa con tres pinturas de gran formato y con un vídeo. Grubanov toma como punto de partida las obras maestras de la pintura religiosa, creando una serie de dibujos donde la alineación de determinados elementos implica en sí misma una declaración de intenciones. Los artistas ofrecen su visión de la guerra, que siempre es idéntica y feroz allí donde estalla. Una exposición que podría estar dedicada a esos miles de hombres y mujeres que, desde el olvido de buena parte de la sociedad, están reclamando una memoria que es un deber de las instituciones para vacunar el futuro con el recuerdo del sufrimiento que padecieron.