Medio millón en el Musac

«Si quieres llegar a León tienes que tener corazón de León... Si colocas una hipervanguardia en León... quisiera equivocarme, pero será un lugar poco visitado, y si eso ocurre no se pondrá en cuestión a sí mismo o a su director, sino la operación de acercar la actualidad y el arte contemporáneo a los lugares que están en la periferia...» Con estas palabras, el catedrático Francisco Calvo Serraller explicaba por qué, el proyecto del Musac, que calificaba como de «histeria utópica», no funcionaría. Pues bien, el próximo lunes, el Musac celebra su tercer aniversario, y lo hace con unos resultados que casi nadie se habría atrevido a avalar aquel 1 de abril del 2005. Con las cifras sobre la mesa, las predicciones de Serraller han mostrado su futilidad. En los últimos tres años, el Museo de Arte Contemporáneo de León ha recibido la visita de 465.950 personas, casi medio millón. Es decir que, siguiendo con el argumento de Calvo Serraller, esta operación «centrifugadora» del arte contemporáneo ha demostrado ser una estrategia de éxito. Desde su inauguración, el Musac ha redefinido la idea clásica de museo, creada a través de una colección pendiente casi exclusivamente de los creado en este mismo tiempo, del apoyo selectivo y crítico a la misma y de la elaboración de actividades que hacen comprensible el proyecto a un amplio sector de público. Rafael Doctor explica que con el proyecto de museo se ha optado por participar en el momento actual para afianzar lo más posible la confianza en el hoy y, de esta manera, proyectarse de una manera más sólida hacia el futuro. En el mes de mayo se inaugurará la que será la décima temporada expositiva, con cuatro exhibiciones de los artistas Ana Laura Aláez, Carmela García, Hedi Slimane y Dominique Gonzalez-Foerster. Hasta el momento, las salas del edificio de Tuñón y Mansilla (galardonado el año pasado con el premio Mies van der Rohe) han acogido las narrativas sensoriales de Pipilotti Rist, las arquitecturas políticas de Julie Mehretu, la insumisión y utopía de Shrin Neshat, las representaciones bélicas de Sánchez Castillo o los pasillos borgianos de Pierre Huyghe. Pero, además, el Musac ha sabido encontrar la manera de hacerse comprensible a la mayoría igualando por arriba. Y lo ha logrado a través de una política democrática abierta a todos. Conferencias, talleres, cursos y tertulias de cine han vertebrado un programa en el que han participado más de 27.000 personas. Fiel a este espíritu, el Musac también ha sabido salir de su recinto para extender su labor hasta lugares y públicos poco enfocados hacia el arte contemporáneo. Las iniciativas en el Fib y el proyecto expositivo en el Órbigo el verano pasado son dos ejemplos. Habrá más.