Vals triste para orquesta bajo mínimos

La verdad es que no se advirtió el desánimo y los profesores de la Odón Alonso cumplieron su compromiso y tocaron como pocas veces, pese a tener sobre ellos la duda de si podrán reunirse para un próximo concierto dentro de un mes. Dorel Murgu, tan profesional y exigente como siempre, obtuvo el mejor rendimiento de sus músicos, con la ayuda de su concertino, que sabe donde obtener lo mejor de la formación y los trabajan a fondo en cada ensayo. La lástima de todo esto es que, como ocurre con toda obra de arte, nunca se vea el taller. El esfuerzo que hay detrás de cada concierto, los sacrificios de los propios profesores pasando horas y horas en la carretera y ensayando luego otras tantas para que ese concierto que ofrecen el último domingo del mes, no pase de ser solamente eso, un concierto nada más, sin perspectivas de repetirlo en otro lugar. Tantas horas sobre los atriles para que 90 minutos después el silencio lo señoree todo hasta dios sane cuando. Porque si hay una cosa que la Odón Alonso mantiene a rajatabla es el no repetir obras. Cada concierto es diferente y cada temporada su repertorio se incrementa de forma sustancial con partituras de mayor envergadura y dificultad. Eso, qué duda cabe, lo advierte después el oyente en cada actuación, lo percibe y lo agradece, pero lo que no sabe, porque tampoco es de su incumbencia, es que tras ese fenomenal resultado existen otros problemas inherentes a la marcha de la orquesta que siempre se reducen a los mismos: falta de liquidez. Y nos preguntamos ¿es tan difícil para el consistorio de quien depende, el asignarles cada mes los gastos correspondientes a ese período, hasta ponerse al día de las cuatro mensualidades que les adeudan, sin tener que llegar a acumularse de forma tan onerosa que les resulte prácticamente imposible solucionarlo en un curso y se vean obligados, unos y otros, a tener que suspender la actividad, aunque sólo sea de forma transitoria, como ya ocurrió otra vez? Sería una lástima porque el nivel conseguido por la Odón Alonso es magnífico, para muestra ahí tenemos los conciertos de los cuatro últimos años donde repertorio y calidad han marchado unidos consustancialmente en cada temporada. El pasado domingo lo han vuelto a demostrar brindando un concierto de alto nivel al que contribuyó de forma elocuente el coro Ciudad de León que dirige David de la Calle, el cual interpretó las dos hermosísimas canciones, de Pedro Blanco con lirismo, empaste y bastante buena afinación, mucho para unos niños no demasiado acostumbrados a las actuaciones públicas y poco para lo que se merecen. Brilló la cuerda en ese Vals Triste de Evaristo, un largo lamento que traducía perfectamente el estado de ánimo del exquisito compositor astorgano cuando lo escribió. Y luego la siempre gratificante y pegadiza música de Pedro Blanco, nostálgica hasta la saciedad y hermosa como una tarde primaveral. Maravillosa Hispania, que la Odón Alonso supo recrear con el señorío y la elegancia que requiere esta música castiza, que te atrapa y no te suelta hasta que se hace el silencio. Un precioso concierto, servido por una orquesta que se merece más de lo que tiene.