Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Soy tonto

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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SOY TONTO. Usted, probablemente, también. Lo ha dicho el maestro Andreu Buenafuente, intelectual de reconocido prestigio en los centros más avanzados de la cultura mundial y, por supuesto, en la siempre infalible prensa española. Dice el maestro que quienes critican al Chiki chiki , esa cosa salida del horno bonafontero, «o son tontos y no entienden el juego o lo hacen por envidia». Veamos. ¿Envidia? ¿Exactamente de quién? ¿De Rodolfo Chikilicuatre? Es posible que algunos ciudadanos deseen ser como el artista Rodolfo y sientan tristeza del bien ajeno, pero éstos, verosímilmente, no se hallarán entre sus detractores, sino más bien entre quienes bailan la gracia del «robocó». ¿Envidia, entonces, de los promotores del invento, como el propio Buenafuente? Alguno habrá, pero semejante actitud es un poco presuntuosa por parte del envidiado, ¿no? «Si me criticas es porque me tienes envidia», viene a decirnos el sabio Andreu. Es un argumento de patio infantil, mayormente en la sección de las niñas. O sea que, descartada la envidia, nos queda la insuficiencia: es que no entendemos el juego. Somos tontos. Y no, oiga, no: todos lo hemos entendido desde el principio. Aquí se trata de ver quién hace la payasada más gorda; no hay más que eso. Habida cuenta de cuál ha sido la evolución reciente del festival de Eurovisión, nadie discutirá que la apuesta es coherente. Aunque siempre se podrá objetar que si la evolución de Eurovisión ha sido esa, y no otra, es precisamente porque demasiada gente ha jugado a ver quién hace la payasada más gorda. El problema no reside en entender la payasada, como sostiene el doctor Buenafuente, sino en que nos parezca bien o mal, hermosa u horrorosa, decente o indecente, digna o indigna; en que nos guste o nos disguste la imagen de la televisión española (y, por desgraciada extensión, de España) que el invento va a difundir por Europa. A mí, y probablemente a usted, me parece mal, horrorosa, indecente, indigna, y me disgusta hondamente que un ciudadano de Zagreb, Frankfurt o Montpellier identifique la imagen de España con el Chiki chiki ; me disgusta porque, hasta que me cambien el carné de identidad, soy español, y porque la marca que va a pasear por ahí a «la mulata con las bragas en la mano» es TVE, cuyos dineros, hasta nueva orden, salen de mis bolsillos. Es perfectamente posible que Buenafuente, pese a su aguda inteligencia y profundo conocimiento de todas las cosas, sea insensible a estos argumentos. Eso ocurre a veces con la gente así de lista, que es incapaz de descender al nivel de nosotros, los tontos. Aunque, después de todo, «tonto es el que dice tonterías», como descubrió aquel otro científico señero de finales del siglo XX, el doctor Forrest Gump.

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