Diario de León
Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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SERÁ con toda seguridad una de las emisiones más vistas del año: la final de la copa del Rey de fútbol entre el Getafe y el Valencia marcó una extraordinaria cuota de pantalla del 41%, que equivale a casi 8 millones de espectadores. Como es sabido, el Valencia ganó 3-1 y conquistó el trofeo. Ello fue a pesar de las ostensibles preferencias del equipo que comentaba el partido de Telecinco, compuesto por J. J. Santos, Benito Floro y Vicente del Bosque. Rara vez se ha visto a unos comentaristas más parciales o, si se prefiere, menos neutrales que los de la cadena de Fuencarral. Ayer era la comidilla de todos los foros: si por J. J. y compañía fuera, el Valencia habría jugado con las manos atadas a la espalda, una venda en los ojos y herraduras en las botas. Porque, hombre, es verdad que la machada del Getafe con el Bayern nos predispuso a todos a la mayor de las simpatías hacia los madrileños, pero el Valencia también tiene su corazoncito, ¿no? La getafina empezó con unas declaraciones del Rey, inoportunas donde las haya, y los chicos de Telecinco, quizá por lo monárquicos que son, siguieron a pies juntillas la consigna: el Getafe tiene que ganar. Cuando después de diez minutos ganaba el Valencia 2-0, Santos y compañía sólo tenían palabras de elogio para el equipo que iba perdiendo, no para el que iba ganando. Cada falta que el Valencia hacía era magnificada por el locutor hasta el límite del homicidio, e inversamente, las innumerables faltas del Getafe, bastante más duras, eran silenciadas como si no hubieran existido. Cuando el Valencia hizo un penalti, a Santos le faltaron aumentativos para subrayar, no menos de diez veces, lo «durísima» que había sido la entrada; el delirio llegó al extremo de que Santos proclamó héroe del partido al pelirrojo juez de línea que señaló la pena máxima. Inversamente, cuando a Villa le hicieron un penalti que el árbitro dejó sin pitar, Santos se apresuró a negar su existencia hasta que uno de sus «asesores», con voz cohibida, osó calificarlo como tal. Pero lo más gordo llegó al final, ya con el 3-1 en el marcador, cuando una bestia llamada Celestini se lanzó contra Silva, cuyas piernas habían sido pateadas sin piedad por el Getafe en pleno desde el minuto uno. En tal trance, que costó la expulsión al agresor, la reacción de Santos fue antológica: «claro, Silva ha hecho ahí dos regates», decía Santos, como si la víctima hubiera ido provocando; «con tarjeta amarilla igual habría estado bien», añadía el locutor, exculpando al getafeño de pierna ligera. En ese momento a ningún espectador le habría extrañado ver a J.J. descender al césped y abalanzarse contra Silva para terminar el trabajo que Celestini empezó. Que no se extrañe J.J. Santos si en Valencia, el próximo marzo, le ponen una falla.

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