Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Veteranos

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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CONCHA VELASCO apareció el viernes noche en Dónde estás corazón , el desolladero rosa de Antena 3, para contarnos lo bien que le va en la vida. Mucho nos alegramos. Entre otras cosas, la veterana actriz ha disfrutado del almíbar del éxito con Herederos , el culebrón ganadero-inmobiliario-sexual de Cuarzo para TVE-1, cuyo rendimiento de audiencia no ha sido, seguramente, el esperado, pero donde Concha ha demostrado que indiscutiblemente es una de las grandes de nuestra escena. A Dónde estás corazón no acudió propiamente para hablar de su carrera, sino para hablar de ella misma; cierto que, en este gremio de la interpretación, las fronteras entre una cosa y otra nunca son sólidas. Y allí, frente a ella, estuvieron los periodistas habituales del programa, rindiendo a la madura señora la veneración que justamente se tributa a los grandes. Después del lamentable espectáculo de Andrés Pajares, que arrojó sobre sí mismo toneladas de cieno, la comparecencia de Concha tuvo algo de vivificador. Eso no quiere decir que fuera enteramente angélica. Entre Concha Velasco y la realidad siempre ha habido una especie de gap , un desfase de discurso, por así decirlo. Eso no es exclusivo de ella, por supuesto: le pasa a mucha gente a la que le suceden cosas desagradables y tarda siempre un cierto tiempo en digerirlas. Incluso podríamos decir que es algo que nos ocurre a todos con alguna frecuencia. La característica singular de Concha es que, cuando digiere el contratiempo, aparece acto seguido en la tele para anunciarlo al universo mundo: «Ya». Y entonces nos cuenta que está en el mejor momento de su vida, que no tiene penas ni quebrantos ni duelos ni zozobras, que profesionalmente vive un momento dorado y que, en lo personal, se siente cada vez mejor. Esto suele acontecer, llamativamente, al compás de los logros profesionales, cada vez que una nueva serie o una nueva película o un nuevo premio endulzan con su miel los sinsabores de la vida. En los últimos quince años, habremos asistido a este fenómeno tres o cuatro veces. Es para alegrarse, porque la recurrencia demuestra que la veterana actriz sigue en forma. Y así, después de un periodo de dimes y diretes, desastres familiares y nubarrones por doquier, Concha vuelve a la tele para ofrecer su rostro más amable, el de la trabajadora y la triunfadora, también el de la mujer que ha asumido su edad (sesenta y ocho) y asiste con amable distancia a la inevitable acumulación de achaques, los dolores de espalda, las arrugas del rostro, etc. Es muy interesante: hoy en día, la capacidad de comunicación de cualquier persona público descansa en su habilidad para construirse un personaje y serle fiel. Concha lo es. Su personaje: la dama inquebrantable. Buena interpretación.

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