Diario de León

«En un día de nieve y sol tuve de niño la sensación de haberme quedado solo en el mundo»

Mateo Díez completa su trilogía de Celama con «El sol de la nieve»

La novela relata cómo los niños de esta comarca imaginaria desaparecen de repente

El escritor y académico leonés, poco antes de la presentación de la obra

El escritor y académico leonés, poco antes de la presentación de la obra

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E. Gancedo/ Agencias - león
León

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El mundo mítico de Celama, trasunto literario del León más oculto pero también más real -más descarnado-, aquel con el que el escritor y académico Luis Mateo Díez ha venido oreando las heridas más profundas de esta tierra, acaba de ver completada su andadura con una obra de largo nombre y misteriosas páginas. Se trata de El sol de la nieve o el día que desaparecieron los niños , una «metáfora sobre la desaparición», como explicó el autor durante la presentación del libro, ayer, en la Feria del Libro de Valladolid. Y si de algo sabe la tierra leonesa es de desapariciones y de pérdidas. El lacianiego Luis Mateo Díez culmina de esta manera su trilogía bautizada como El reino de Celama con un libro sobre niños, publicado por la editorial Gadir y que es, como dijo, «una historia muy especial» ya que se trata del «primer relato de la trilogía protagonizado por los niños», afirmó a la agencia Efe; pese a que los pequeños han poblado muchas otras de sus creaciones si recordamos, sin ir más lejos, su penúltima obra, La gloria de los niños , o aquel escalofriante orfanato de Fantasmas del invierno . En concreto, el 17 de septiembre de 1964, un día «con sol y con nieve», los niños de Celama desaparecen de repente y es a partir esta situación, de ese suceso, cuando diversos personajes de la zona empiezan «a conjeturar» sobre el asunto, relató ayer el autor de libros como El paraíso de los mortales (1998) o La ruina del cielo (1999). Para Luis Mateo Díez (Villablino, 1942), la nueva publicación es «un libro misterioso que esconde un gran secreto» y que se convierte en «una metáfora de la desaparición». En el fondo, el libro no es sino «la metáfora del crepúsculo de las culturas campesinas», aseguró el escritor antes de señalar que podría ser «una fábula del siglo XX sobre las sociedades rurales». El territorio de Celama es para el autor «una geografía real entre lo soñado y las sugerencia de lo que podría ser un pueblo de León, un territorio muy europeo». «Es un territorio del que no me he ido nunca porque aún hay muchas historias que escribir» y que circula «por ciudades de sombra donde se desarrollan historias», señaló Mateo Díez, quien también comentó que en el libro «siempre hay una voz que advierte al escritor de que éste es un mundo de supervivencia, muy apegado a la realidad». Premio Nacional de la Crítica y premio Nacional de Narrativa en 1999, Díez aseguró que el hecho de que la trama se enmarque en un día «soleado y de nieve» no es casual, ya que responde a «una imagen radiante» de una mañana de su infancia en su pueblo natal, Villablino. Historia nunca contada Una desaparición, la de los niños de Celama, que en aquella remota y desolada comarca «nunca han querido contar a nadie», recordó Mateo Díez en declaraciones recogidas por Ical. El texto tiene, a la vez, «mucho de metáfora» y no exactamente para niños. «Tiene mucho que ver con la metáfora de Celama: un mundo a través de la ruina del cielo y del espíritu del páramo, cuenta las cosas que se acaban, lo que termina», reflexionó. Además, el escritor, quien mostró su «incapacidad» de escribir para niños, recordó que esta novela también la pueden leer los niños, los padres o cualquier persona. «El libro está en una colección que no tiene edad», argumentó, para considerarla un «acercamiento de los padres a los hijos». Esta historia, según dijo, podría haber estado en otros libros de Celama pero aporta una mirada sobre la infancia, sobre «cómo son los niños de ese mundo, qué sienten y cuáles son sus secretos». En ella se reflexiona, además, sobre «la metáfora del sol y la nieve» de una forma muy sugestiva y dirigida a todos aquellos que han visto que detrás de una gran nevada viene un sol radiante». «Creo que es el momento que causa sensaciones físicas más intensas. Además, es el único punto climatológico en el que el mundo puede desaparecer. Yo estoy seguro de que el día que se acabe el mundo habrá sol y nieve», concluyó. «Cuenta el crepúsculo de las culturas campesinas y es una metáfora de la desaparición, de las cosas que se acaban» LUIS MATEO DÍEZ

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