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Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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NO LO VI en directo, sino en una de esas «batidoras» de imágenes estridentes que tantos canales fabrican para llenar horas de programación con escenas «de impacto», como masajes en el abotargado cerebro del televidente. Fue una secuencia de cierta edición de Espejo público , ese mixto matinal de magacín e informativo que emite Antena 3, según decía el rótulo de la pantalla. En la secuencia aparecía el cómico Félix Álvarez, Felisuco, explicando que a los preservativos había que ponerles ibuprofeno, para cuando la esposa de uno diga que le duele la cabeza. No sé si Felisuco le dirá eso a su señora. Lo que me intere só de la secuencia no era el argumento, sino el mero hecho de que pudiera expresarse en un magacín matinal. ¿Incompatibilidad horaria? Por supuesto, pero hay algo más: incompatibilidad temática. ¿De qué se habla en los magacines matinales de la televisión española? Es verdad que la cosa encaja bien en esa atmósfera de chocarrería generalizada que caracteriza a la cultura social española en general y a la televisión en particular: cada día somos más brutos, y eso se nota en todos los órdenes de la vida . En vano buscaría uno escenas semejantes en cualquier magacín matinal de cualquier televisión europea. Y por otro lado, ¿qué hacía ahí Felisuco? Este muchacho tiene todo el derecho del mundo a ganarse la vida como quiera mientras no vulnere la ley ni ofenda al prójimo, faltaría más; cosas más impresentables se ven por ahí todos los días. Lo que me llama la atención es que se le ofrezca la tribuna en un programa aparentemente informativo. Felisuco se hizo famoso en El informal de Telecinco, hace ya unos cuantos años; desde entonces se ha sabido construir un personaje que no suscita la admiración universal, pero sí la aquiescencia de unos seguidores que ponderan su vis cómica. Pero Felisuco, que es un cómico de cierta fortuna, simpático para un determinado sector del público, ha metido estrepitosamente la pata cada vez que ha hablado de política. No quiero recordar cierto abominable tropiezo suyo cuando le dio por pontificar sobre la cuestión vasca. Lo que sí quiero recordar es algo que, en aquella ocasión, el cómico arguyó a modo de disculpa: «No se confunda, yo no soy intelectual. Soy un borracho que gano millones hablando de las miserias de la gente» . Cada cual elige en la vida el disfraz que más le divierte, pero , así las cosas, uno debería saber dónde puede y dónde no puede entrar según el disfraz escogido. Aunque seguramente la falta no está en el intruso, sino en quien le invita para agradar al personal. Así tenemos la televisión más bufa de Europa .