«Nostradamus vaticinó que un tal Franco sería la causa de una guerra civil en España», recordó
«Newton pronosticó el fin del mundo para el 2060 y los mayas, para el 2012»
El leonés Jesús Callejo publica un libro con los más escalofriantes y divertidos augurios E
Investigador de lo insólito, prolífico escritor, colaborador de Iker Jiménez en sus múltiples aventuras mediáticas, leonés de Valderas... Jesús Callejo vuelve a sorprender con Las profecías del tercer milenio (Aguilar, colección Milenio), una obra que cuenta algunas de las más inquietantes, sorprendentes, extrañas y hasta hilarantes profecías y augurios manifestados ininterrumpidamente a través de los tiempos. Porque, como afirma Jesús Callejo, «a lo largo de la historia han existido numerosos individuos marcados con el don de la profecía, víctimas de terribles visiones que auguraban el final de la humanidad». «No sólo son famosas las predicciones de Nostradamus, muchas personas han dejado por escrito sus vaticinios y algunos todavía hoy persisten en desentrañar el misterio de nuestro porvenir». Y es que, tal y como recuerda, «la posibilidad de conocer lo que sucederá mañana atrae al hombre desde la Antigüedad y el abanico de posibilidades para ese último día incluye juicios finales, anticristos, catástrofes naturales, cambios climáticos...» «El futuro -escribía Víctor Hugo- tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad». Con esta cita encabeza Callejo su obra, asegurando posteriormente, con rotundidad, que las profecías «están hechas para no cumplirse, no así las premoniciones. Nunca se debe dar credibilidad a las fechas, sino a los hechos». «La profecía es un don muy peligroso: si no te creen, malo, y si te creen, peor. El oficio de profeta se basa en el miedo, en el castigo o en el control del tiempo, algo que a nadie le gusta -reflexiona Jesús Callejo-. Saber nuestro futuo, y más si está asociado a muerte o catástrofes, no es plato de buen gusto y, aún así, a lo largo de la historia han surgido personajes de lo más variopinto que se han ofuscado en predecirlo». «Cuando los lectores terminen de leer este libro comprobarán que el porcentaje de aciertos sobre acontecimientos futuros ya pasados, valga la aparente contradicción, resulta muy reducido y mucho más cuando se dan fechas concretas. Cuanto más vago, abstracto e impreciso sea el vaticinio, mejor para todos, así siempre se podrá encajar en la realidad de cada momento», confirma.