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Los tesoros de Indiana Jones existen

La mayoría de las piezas que buscaba el arqueólogo más cinematográfico son auténticas Las tres famosas calaveras de cristal están en el British, en el Quai Branly de París y en Washington

El actor Harrison Ford, caracterizado en su papel de Indiana Jones

Publicado por
Mateo Sancho Cardiel - madrid
León

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El verdadero tesoro resultó ser el propio Indiana Jones, que amasó más de 1.100 millones de dólares en las taquillas, pero los misterios del Santo Grial, la Calavera de Cristal y el Arca de la Alianza siguen siendo objeto de debate arqueológico. Aunque la hábil narración de Steven Spielberg haya cerrado con convicción cada aventura del arqueólogo más famoso y atlético del cine, las excusas sobre las que ha hilado la ahora tetralogía de Indiana Jones buscan todavía la explicación definitiva para desvelar los enigmas. Pero todo empezó con el Arca de la Alianza que, ateniéndonos al desenlace de En busca del arca perdida (1981), permanece en un almacén de Estados Unidos camuflada entre objetos sin especial valor. En realidad, el paradero del cofre de acacia negra, en el que según el Antiguo Testamento se guardan las tablas de la ley que Moisés recibió de Dios en el Monte Sinaí, sigue siendo un misterio. La Biblia pierde la trayectoria del arca en la época del rey Salomón, y aunque hay teorías que afirman que permanece oculta en Jordania, estudios arqueológicos desvían el punto de mira hacia Etiopía. Recientemente, investigadores de la Universidad de Hamburgo han encontrado allí restos del palacio de la legendaria reina de Saba en la ciudad santa de Axum, en el estado federado de Tigray, al norte del país. La religión Copta de Etiopía asegura que de la breve relación entre la reina de Saba y el rey Salomón nació un hijo, el futuro Menelik I, rey de Etiopía, quien presuntamente llevó el Arca de la Alianza desde Israel a su país y la guardó durante largo tiempo en el templo ahora descubierto. La cotizada reliquia, según se cree en Etiopía, estaría en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión, en Axum, donde es custodiada por la única persona autorizada para verla o tocarla, un sacerdote descendiente directo de los levitas, la tribu de Israel responsable de su cuidado desde que fue construida para acoger los Diez Mandamientos. En 1989, Harrison Ford, con ayuda de su padre (Sean Connery), buscaba otra reliquia: el Santo Grial, la copa en la que Jesucristo bebió el vino en La Última Cena y que, según Lucas y Spielberg, estaba tallada en la madera.