«Todo ha valido la pena para poder estar aquí tras veinte años sin presentar un libro en casa»
Julio Llamazares: «Yo buscaba la emoción que sentí de niño al entrar en la Catedral de León»
El escritor leonés Julio Llamazares presentó en la capital del «Reino Perdido» -como él lo llama en esta obra- su libro Las rosas de piedra (editorial Alfaguara), un intenso recorrido por las catedrales de España, en concreto las de su mitad Norte, pues ya trabaja en una segunda parte que abarcará todas y cada una de las 75 catedrales que se elevan en nuestro país. Lo presentó en la propia Pulchra Leonina acompañado del periodista canario Juan Cruz y del divulgador, arquitecto y dibujante José María Pérez, Peridis . El primero de ellos recordó que en un viaje que hicieron juntos a las cañadas del Teide, en una célebre cueva, Llamazares se sintió allí como la primera vez que entró en la Catedral de León, de niño, de la mano de su padre, con siete u ocho años (también refirió Cruz que inmediatamente después oyó que decían «¡Julio!». «Y era Tomás, el hijo del carpintero de Vegamián». Una vez relatada la anécdota, calificó Juan Cruz al leonés de «admirable autor», para él, «uno de los más sensibles de la generación de los setenta y ochenta». Por su parte, Peridis , gran conocedor de la arquitectura histórica española, se felicitó por poder «predicar de cuerpo presente» en la Catedral de León, «arquetipo del gótico español». Un reto «difícil» el que se planteó Julio, «hacer llegar a los lectores la belleza de estos templos y el espíritu de las gentes que los construyeron», explicó. Pero sobre todo es una descripción «de las catedrales y de lo que en ellas pasa, de quienes fisgan, incordian o se extasian». Por tanto, aseguró, «consigue una cosa formidable, ser peregrino y testigo»: «No hay mejor ojo que el que tiene que contar aquello que ve», reflexionó. Del estilo románico -del que es uno de sus mejores conocedores- dijo que es el arte «primigenio, fundacional» de una Europa «que estaba tomando conciencia de sí misma», una Europa «unida por la religión y por el arte» que creó monumentos en los que quedaban aunadas «arquitectura, pintura y escultura». El gótico, después, reforzaría esa identidad al perseguir, dijo, «el principio de la relatividad»: «En las catedrales góticas, la materia se hizo luz, aire, espíritu», los templos se hacen «ingrávidos» y se construyen «para la eternidad», confirmó. E hizo hincapié en que lo propio de las catedrales es el sentido de la «trascendencia» tan grande que ejercen sobre todo aquello que acogen. Por último, deseo a la seo leonesa que Dios la guardara «muchos años». El protagonista del acto, y ante una multitud de medios de comunicación nacionales llegados a la capital leonesa para la ocasión, declaró que, a su juicio, «ha merecido la pena» el proyecto con todos sus viajes y el hecho, quizá, de haberse «metido en camisas de once varas» sólo «por estar aquí, ahora, en esta catedral, que fue la primera que vi en mi vida» y después de veinte años «que no participaba en un acto como éste». Pero, ¿cuál era el objetivo que perseguía Llamazares al iniciar su periplo? «Volver a sentir la emoción que sentí de niño cuando tenía ocho o nueve años y entré en la Catedral de León», declaró.