| Entrevista | Manuel Sierra |
«Voy a hacer un cartel para que no troncen Babia con una autovía»
El pintor reúne en «El combate del centauro» una selección de 150 carteles, con textos de Enrique Gavilán, resumen de sus treinta años en el oficio que comenzó siendo estudiante
Manuel Sierra (Villablino, 1951) reúne en El combate del centauro una selección de 150 carteles de los más de 1.500 que ha realizado en los últimos treinta años. Con textos de Enrique Gavilán, catedrático de la Universidad de Valladolid, la obra es una «memoria paralela» del pintor a través del deseo colectivo. El libro surge de una exposición no vendible, recientemente acogida en el Nuevo Recreo Industrial de León, y que a su vez arranca de la idea del editor Javier Mata, que celebró el vigésimo quinto aniversario de su empresa con una muestra de los carteles de Sierra. -Dice usted que los cuadros expresan los deseos de los pintores y los murales y carteles de quienes los encargan, ¿Qué deseos reúne en «El combate del centauro»? -El cartel es un producto creativo y expresivo, pero así como el cuadro es la traducción del deseo propio del autor lanzado a los demás, el cartel es el deseo de los demás pasado por el filtro del artista. Es otra de las muy eficaces curas contra el egocentrismo de los artistas. Esta relación interactiva, que yo antes decía dialéctica, entre el artista y quien encarga el cartel es como una cura de humildad. El cartel hace un seguimiento de la realidad cotidiana y es una crónica que anuncia lo que va a ocurrir y caduca. A lo largo de la historia la tarea de los pintores ha sido objetivar las diferencias de clase porque ser artista ha sido durante siglos trabajar para los ricos. Con el cartel te conviertes en chamán o vocero de los demás, no en la voz de su amo. Pero ser pintor no significa que necesariamente seas autor de carteles y viceversa. Estos 150 deseos están organizados por temas y van desde lo más lúdico a lo más comprometido. Cine, teatro, fiestas y pasan de lo lúdico a lo político, y de lo político a lo agitativo y sindical, y refleja las reivindicaciones que a lo largo de este período han abanderado asociaciones de vecinos, feministas, plataformas antimilitaristas, en pro de la escuela pública y laica o campañas institucionales por la erradicación del sexismo a través del juego -¿Cuál fue su primer cartel? -Curiosamente ese cartel no está entre los seleccionados, aunque lo recuerda Enrique Gavilán en su texto. Fue un cartel que hice para celebrar el paso del Ecuador en tercero de Derecho, cuando estudiaba esta carrera en Valladolid, allá por los años 70. Como una respuesta al ambiente de la dictadura franquista, se lo dedicamos a Galileo diciendo «a pesar de todo lo que digan, la tierra se mueve». -¿Por qué el título de «El combate del centauro»? 1397058884 El combate del centauro es una expresión del difícil maridaje entre dos autores, Quique y yo, esa idea del caballo humano que representa una doble condición. Enrique Gavilán toma como referencia la Medea de Passolini para hacer una revisión del centauro como el combatiente contra viento y marea, que ya no está dispuesto a pasar por determinadas cosas. Como en Blade Runner , maneja dos conceptos de resistencia: la del combatiente resistente y el combatiente replicante, ambos especies en extinción. -¿Y quién de ellos es Sierra? -No tengo ordenador, ni móvil, aunque me sirvo de los amigos para utilizar las nuevas tecnologías cuando me hace falta... Estas cosas me arrojan la idea de que puede que sea un replicante en vez de un resistente. -Omaña insumergible, primeros de mayo, los veranos culturales de Ponferrada, la Seminci... ¿Qué reivindicaría hoy con un cartel? -Voy a hacer un cartel, guste o no guste, para alertar, advertir... que no troncen el valles de Babia con una autovía, que transformará un un verdadero reducto legendario donde se puede gozar del silencio, del sonido del agua, de las esquilas del ganado, los caballos, las nieves... del paso de las estaciones. Quiero hacer un cartel con grichándanas (lirones o marzas... narcisos) rodeadas de ladrillo o por un muro, o algo parecido a un tablón sobre el valle a lo largo del río Luna... Si la gente de mi tierra está contenta con ser el arcén de una autovía con su pan se lo coma... pero no con mi consentimiento. También podría hacer un carte con cajetillas, latas, limosnas... tiradas a lo largo del arcén. Este es un valle pequeñín, amoroso y abarcable que puede acabarse con esa autovía. No sé lo que querrán los que están a favor de la autovía (sé que recogen firmas en Villablino y hay más de cinco mil) pero una de las cosas más hermosas de Babia es la humildad y el silencio y esta autovía que sólo es una maniobra para el desembarco del ladrillo, que no va a aportar más desarrollo a esa equilibrada economía de subsistencia. -Mientras en León mostró la cara más callejera de su obra, en Valladolid estuvo una selección de su labor como ilustrador literario. ¿En qué género pinta más cómodo? -La ilustración guarda parecido con el cartel en cuanto que ambas son producto de un proceso interactivo y ninguno de los dos son comparables con el proceso de delectación de la pintura. El cartel traduce al lenguaje figurativo el deseo colectivo, pero este es más vertiginoso y requiere más concentración que la ilustración, que ofrece una lectura más íntima, de acercamiento al texto, de ofrecer sensaciones para que el lector se pueda zambullir; o buscando una imagen que no esté en el texto. Manuel Sierra fue homenajeado el viernes por el colegio rural agrupado de Huergas de Babia, como colofón a la semana cultural, en agradecimiento a la generosidad del pintor, que a lo largo de los últimos años ha sembrado de color, geometría y utopías las paredes del centro escolar. Sus murales son también un relato gráfico de la historia pequeña e íntima de este centro escolar que agrupa a todos los escolares de la comarca de Babia. Su arte y sus pinceles también hicieron intercambio en Bretaña.