Diario de León
Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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USTED recordará que en Austria hay una muchacha llamada Natascha Kampusch que fue secuestrada a los 12 años de edad y pasó ocho años encerrada en un sótano por su captor. Ahora esa chica ha estrenado un programa de televisión en la cadena austriaca Puls 4: se llama Natascha Kampusch trifft y consiste en que Natascha entrevista a gente importante. Como es natural, el único interés del programa es que su protagonista es Natascha: ¿cómo dará en pantalla una joven que ha pasado por tan agudo calvario? Es muy interesante verla en acción, delante de la cámara. Puede usted mismo hacerlo en la web de la chica: www.natascha-kampusch.at. Es una web que le ha puesto la cadena, Puls 4, y donde uno encuentra un poco de todo, pero todo muy formal y hasta rígido. El comportamiento de Natascha es cohibido. Supongo que los psicólogos sacarán de la observación un completo diagnóstico: la mirada ocasionalmente furtiva, una serenidad aplicada, el gesto modoso, etcétera. Pero el diagnóstico pierde fuerza si uno constata que ese comportamiento, después de todo, no deja de ser idéntico al de otros millones de chicas de veinte años cuando se ponen por primera vez delante de una cámara. Casi era más interesante ver cómo se conducía ante Natascha su primer invitado, el piloto Niki Lauda. Lauda es un tipo acostumbrado a ser el foco de atención, antes y sobre todo después de su accidente. Desde aquella catástrofe que le desfiguró el rostro en 1976, el automovilista ha demostrado poseer una fuerza de ánimo extraordinaria: volvió a las pistas, corrió, fundó líneas aéreas Pero la protagonista del encuentro era Natascha, hasta el punto de que Lauda terminó comportándose como si el entrevistador fuera él, preguntando a su interlocutora por «lo suyo». En este punto la televisión se convierte en una especie de gran terapeuta de masas: en la operación, Natascha supera su trauma mediante la exposición pública, Lauda supera el suyo por aproximación a Natascha y el público, en general, supera sus traumas diversos rodeando a Natascha de calorcito y cariño. Y el crítico dirá: «Pero vaya escándalo, hombre: la tele ya no sabe qué hacer para sacar dinero, pobre chica». Pues sí, es verdad: la propia presentación de Natascha Kampusch trifft apunta deliberadamente a sacar el mayor rédito posible del asunto, con amplias explicaciones sobre su secuestro. Pero, por otro lado, el programa no puede ser más blanco y a su protagonista no le hará ningún mal, incluso al revés: quiera ella o no, esta joven guapa y dulce ya va a ser toda la vida un personaje público. Más vale que lo sea por la vía más indolora posible.

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