Franceses

PARA quien piense que sólo aquí corren cuchillos por las cadenas de televisión, vale la pena contar la bronca que se ha organizado en Francia por la sustitución del momificado presentador del telediario de las ocho de la primera televisión del país, Patrick Poivre d'Arvor. El 55% de los franceses, según una encuesta, reprueba la decisión. Este caballero llevaba la friolera de treinta años consecutivos presentando el principal informativo de Francia en TF-1, cadena pública hasta 1987, privatizada después. Llegó ahí de la mano de Valery Giscard d'Estaing, nada menos. Perfil: progre convencional de los años sesenta. Para sustituir a Patrick se ha designado a la hermosa Laurence Ferrari, que a su vez llega de la mano de Sarkozy. Perfil: derecha moderna y emancipada, hija de los años ochenta. La Ferrari, que procede Canal Plus, tiene 42 años; Poivre d'Arvor, que ha encajado muy mal su pase a la reserva, ha cumplido ya los 61. Ambos traen sobre la espalda una trayectoria polémica. El veterano PPDA (que así le abrevian los franceses) se vio envuelto en un escándalo morrocotudo cuando se descubrió que se había inventado una entrevista con Fidel Castro; después, como la vida sentimental de PPDA era muy agitada, tuvo que enfrentarse a la curiosidad de los paparazzi (gente finísima en comparación con lo que en España se estila), y fruto de aquel conflicto fue su libro Ratas de guardia , de elocuente título. En cuanto a la bella Laurence Ferrari, poco antes de la 'explosión Carla Bruni' se le había atribuido un romance con Sarkozy que tuvo consecuencias notables: los que airearon el asunto -la revista Closer- fueron condenados a pagar una multa de 15.000 euros. Completemos los perfiles con las pretensiones literarias de ambos, y en especial del primero. ¿Por qué han cambiado al uno por la otra? El capitoste de TF-1 alega que la sustitución de PPDA se debe a «razones de estrategia». Eso puede significar cualquier cosa. Pero también precisa que ese telediario de las ocho de la tarde tiene una gran «fuerza simbólica», y eso acota bastante el asunto: Poivre d'Arvor simboliza, en efecto, la Francia de los últimos años, ostensiblemente esclerotizada, mientras que Laurence Ferrari simboliza la nueva etapa sarkoziana. Un amigo mío de París me decía hace poco que, hasta Sarkozy, la clase política francesa era la más vieja de Europa: casi todos estaban ya ahí en la era Breznev. Eso que pasa en la política pasa también en los medios, y PPDA era un perfecto ejemplo. Como es natural, el divismo del personaje le llevará a creer que todo es una conjura política. Del mismo modo, la Ferrari, no menos diva, empezará a sentirse como la Libertad de Delacroix guiando al pueblo, pero con wonderbra. Moraleja: en todas partes cuecen habas. Cocina francesa.