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Ara Malikian en el concierto ofrecido el pasado martes en León

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno - león
León

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Decía Spengler, don Oswald, que el arte y la cultura de un país no cambiarían en el siglo venidero, si la sociedad no exigía a sus agentes un mínimo de formación y un mucho de sensibilidad, alegando que el desarrollo de las civilizaciones sigue un modelo cíclico reconocible que se irían sucediéndo en el tiempo hasta su total desaparición. Con el arte, igual que con cualquier otra disciplina, la advertencia de Spengler parece cumplirse al pie de la letra puesto que bajo los calificativos de «moderno», «actual», «de nuestro tiempo» se amparan todo tipo de manifestaciones artísticas que poco o nada tienen que ver con lo que realmente es arte, en el sentido más estricto del término. Si lo que el pasado lunes en el Auditorio pretendió ofrecer el virtuoso del violín Ara Malikian y su «ensemble», era abrir un festival que lleva por nombre de Música Española, sus intenciones quedaron muy lejanas, y lo que debería haber sido un concierto enmarcado dentro del espíritu de lo que siempre fue el festival, con obras variadas tanto de españoles como de otras culturas, se convirtió por obra y gracia de sus intérpretes en un simulacro de jazz-sesion, en el que saxo tenor y trompeta se sustituyeron por violín y guitarra, manteniendo en todo lo demás la estructura y la forma de ese tipo de espectáculos, presentando a sus componentes y haciendo variaciones sobre el mismo tema a las que se daban diferentes nombres. Ni una sola nota de compositores españoles, y si más de lo mismo sin otro aliciente que introducir a tres, llamémosles bailarines, que de cuando en cuando se contorsionaban en el escenario distrayendo al espectador más que centrándolo en lo que debería haber sido un concierto cuyo denominador común fuera la música española con mayúsculas. Por supuesto, ni que decir tiene, que cualquiera de los intérpretes son auténticos maestros que pueden hacer disfrutar a cualquiera, como así sucedió, aún tocando los «titos de Boñar», pero sinceramente un Festival del prestigio y del tirón que siempre ha tenido el de Música Española, debe de cuidar más su filosofía de calidad trayendo espectáculos que se ajusten al espíritu para el que fue creado, a la vez que debe ser representativo de la cultura de este país, buena o mala y no de monotemas encadenados que sólo tienen de español el lugar donde se exhiben. Lo del pasado lunes está bien para las fiestas en espacios abiertos donde la amplificación no molesta ni el sonido natural de los instrumentos se distorsione. Para el Auditorio, por favor, cuiden el contenido.