EL INVENTO DEL MALIGNO
Ana
AL DESNUDO. Ana al desnudo , nada menos. Así se titulaba el programa especial que Antena 3 dedicaba la otra medianoche a la simpar actriz (y productora, guionista, etcétera, ya sabe usted) que desde hace décadas pone color en nuestras vidas. Venía la cosa calentita desde aquellas escuchas telefónicas donde la Obregón amadrinaba una paliza a Cantizano, como recordará el aficionado a este fascinante mundo de la vacuidad cotillesca. Todo apunta a que Antena 3 ha fabricado este especial como respuesta a tan aviesas intenciones. Es interesante recordar cómo presentaba la cadena el producto: «un documental realizado por una productora independiente, sin presentador». Romance anónimo, vamos. Después, patio de desolladero a cargo de ciertos rostros habituales de la prensa rosa, algunos respetables, otros no. Omito cualquier juicio sobre estos colegas de profesión: ya no vale la pena. Junto a ellos, se anunciaba la presencia de una psicóloga y una ex abogada de la protagonista. Confieso que no tuve paciencia para verificar que sus palabras acreditaran sus títulos. Yendo por derecho: es que me importa un bledo Ana Obregón. A mí y, por lo visto, también a la inmensa mayoría de los espectadores, que pasó del acontecimiento. Es curioso: la pieza verdaderamente novedosa del programa, que era el reportaje, no sedujo más que a 875.000 personas, pero luego hubo más espectadores viendo el debate desollador. O sea que, en este tipo de materias, lo que vende no es lo que uno pueda aportar de nuevo, sino al revés, garantizar al público el espectáculo interminable del grito y la sangraza. En conjunto, Ana al desnudo tuvo una cuota de pantalla del 11,3%, que es una miseria (y bastante menos, por cierto, de lo que cosecha Roberto Arce con 360 grados, que es un programa muy estimable). Para calificar el «obregonazo» de Antena 3, transcribo casi literalmente una opinión pescada en un foro de Internet: «Me habría gustado más un debate donde todos pudieran hablar y no por gritar más tapen a los que hablan con normalidad. Y me habría gustado más que, en los trozos de entrevistas que han estado poniendo, el presentador no se hubiera estado riendo todo el rato o ridiculizando la entrevista. Yo creo que el programa especial de Ana Obregón, lo ha hecho Antena 3 para ridiculizarla como venganza. No se ha dejado hablar a los que estaban a favor de Ana.Y el presentador no ha moderado en ningún momento». Vaya esto como sentencia. Y también como prueba de que, muchas veces, el que uno vea un programa (y por tanto engrose la cifra de audiencia) no significa que aplauda su contenido. Nota: ¿Por qué la gente que hace la tele se queja tanto de que se siga hablando de «telebasura»?