Pantalla plana

EL INTERESADO matrimonio entre el fútbol y la tele siempre ha traído una amplia descendencia. Y unos efectos colaterales que llegan mucho más allá del «panal de rica miel» con millonarias audiencias pegadas a la pantalla. Ya se vio con Naranjito en el mundial del 82. Para España lo trascendente no fue precisamente el resultado de su selección, ni la capacidad organizadora aún por demostrar en aquellos tiempos de transición. El principal fruto de aquella alianza fue la introducción definitiva de la televisión en color; mejor, de los televisores en color. El medio experimentó un cambio radical. No solo los equipos podían lucir atuendos más atrevidos. Los contenidos dieron un triple salto mortal y se entregaron finalmente al espectáculo. En la Eurocopa, el mayor milagro de «san Iker» ha sido el «plan renove' de los televisores fondones, que han dejado al descubierto el polvo acumulado en el aparador al ser sustituidos por las pantallas planas. Es tiempo de dietas y el televisor también ha sucumbido a la moda de la cirugía plástica para desprenderse de sus cartucheras catódicas y presentarse con una estilizada belleza digital. La pantalla plana ha sido el reclamo de las grandes superficies y el único electrodoméstico que ha capeado la crisis. En la semana anterior al inicio del campeonato las ventas de LCD se incrementaron un 38%. Gracias al fútbol, ha llegado al barrio dejando de ser un signo de diseño exclusivo para los pudientes. Hasta la pantalla viene más ancha con sus veintidós pulgadas, dibujando un terreno de juego más amplio para acoger el toque-toque a la española. En esta aventura de las ganancias digitales, el televisor lo único que ha perdido es fondo. Y parafraseando al profeta MacLuhan, si el medio es el mensaje, concluiremos que el contenido nos va a llegar aun más adelgazado. Se notaba en las retransmisiones con unos comentarios más próximos al común denominador de lo patriótico que a las sutilezas estratégicas de un entrenador. Lo mismo pasa con lo que no es fútbol. Noticias escuetas e intrascendentes. Realities de andar por casa. Series de un humor simplón. No solo el televisor adelgaza, sino que la televisión pierde fondo. Puede que la próxima temporada provoque todavía más nostalgia del tubo catódico.