Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

«Life»

Publicado por
JOSE JAVIER ESPARZA
León

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TELECINCO ha estrenado esta semana, como postre de CSI, una serie americana, dirigida por David Semel y que se llama Life. El protagonista es un policía, Charlie Crews, que ha pasado doce años en la cárcel por un crimen que no cometió. Descubierto el pastel, Crews es excarcelado y devuelto a su trabajo policial. El que vuelve, sin embargo, es otro hombre: en la cárcel encontró un libro de filosofía zen que cambió su vida. De manera que Crews es un «policía zen», y este rasgo se convierte en « leit-motiv» de la historia. Esto del «budismo zen» merece alguna explicación, porque con frecuencia, al pasar al occidente contemporáneo, da lugar a las mayores patochadas. Los que saben del asunto dicen que zen es la forma japonesa de pronunciar el ideograma chino «chan» , una importación del sánscrito « dhyana » , y que significa «meditación»; en Corea se llama «son» y en Vietnam se llama « thien » , pero no son términos propiamente equivalentes, porque cada lugar ha desarrollado su propia tradición. El «zen » propiamente dicho es el japonés, y su forma más conocida es el «zazen» , que viene a ser algo así como «meditar sentado». En las tradiciones orientales, es una forma de percibir el fondo de las cosas liberando a la conciencia. Una vía espiritual de lo más respetable. Sin embargo, su paso a la cultura occidental contemporánea es una especie de falsificación masiva para adaptar lo « zen» al sistema del mercado: hay decoración «zen», jardines «zen», moda «zen» y hasta un presidente «zen», como sabemos. Crews, el protagonista de Life , vive un «zen» de máximas y sentencias, una especie de catecismo de obviedades que va espigando a medida que resuelve casos criminales. Ahí está la nuez de esta serie. En lo demás, el producto está francamente bien hecho. Life , por atmósfera, recuerda un poco a Dexter , lo nuevo de Cuatro: hay una cierta ambigüedad de fondo en la que no es fácil saber dónde está el bien y dónde el mal; el protagonista, aunque exculpado y víctima, sobrelleva una permanente sospecha de culpabilidad. Este es precisamente uno de los mayores méritos del guión, que consigue arrojar tales sombras sobre Crews de manera siempre implícita, a modo de sugerencia que el espectador, más que percibir, intuye. La audiencia en su estreno ha sido espectacular: más de cuatro millones de espectadores. Pero la audiencia es la espuma del agua que desaparece para fundirse en la nada, como diría el libro «zen» del detective Crews.

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