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Publicado por
JOSE JAVIER ESPARZA
León

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ANTENA 3 se dio mucha prisa en estrenar su teleserie sobre El Solitario , el conocido delincuente, el pasado mes de enero. A ese sujeto lo habían detenido en julio y BocaBoca, la productora (junto a Antena 3 Films), tenía ya listo el relato en el mes de diciembre. Es una nueva forma de trabajar: se llama «ficción de hoy» y consiste en fabricar telefilmes lo más pegados posible a la actualidad. Con el mismo sentido de la oportunidad que tuvo entonces, Antena 3 ha aprovechado ahora el comienzo del juicio contra El Solitario para refrescar la memoria del público repitiendo esta producción dirigida por Manuel Ríos. Cuando aparecen obras así, uno siempre está tentado de pensar que la prisa ha mermado la calidad, pero éste, en realidad, es un criterio más artístico que televisivo. En la tele lo que cuenta es la inmediatez, y terminar un producto en tres meses se valora más que hacerlo en seis aunque el resultado sea estéticamente peor. Conscientes de estas cosas, los productores, cuando la primera presentación pública de la serie, pusieron sobre todo el acento en los datos técnicos, que realmente son apabullantes; empezando por el millón seiscientos mil euros que costó la broma, siguiendo por el eficacísimo reparto (Pepo Oliva, Emilio Gutiérrez Caba, Roberto Enríquez, Ramón Barea, Begoña Maestre, Miguel Rellán, etc.) y terminando por el gigantesco despliegue de medios empleado, medios que, por cierto, incluían vehículos y personal de la Guardia Civil, lo cual provocó un penoso incidente con las asociaciones de la Benemérita, que lo consideraron abusivo. Esto, en todo caso, es agua pasada. ¿Es también agua pasada el propio producto, este Soy el Solitario ? Me temo que sí. Todo lo impactante que resultó su pase la primera vez, cuando se vio algo muy novedoso, se hace ahora rutinario y como pedestre, con un pegajoso sabor a plazo vencido. Esta valoración no es justa, seguramente: supone desdeñar el trabajo realizado. Sin embargo, el desdén va implícito en el propio trabajo, en el propio concepto de la serie. Esta idea de la «ficción de hoy», presenta el inconveniente de que está hecha «para hoy». Pasa lo mismo que con las informaciones del periódico, que envejecen en veinticuatro horas. O si se prefiere, como los fuegos artificiales, que la primera vez te dejan con la boca abierta, pero se deshacen enseguida. Yo soy el Solitario merecía ser recordada como proeza técnica en su primer pase; vista esta reposición, no lo será como una historia perdurable. No se puede tener todo en la vida, al fin y al cabo.

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