Los especialistas abordan hoy las claves poéticas del Arcipreste de Hita y de Jorge Manrique
Rogelio Blanco: «La literatura utópica española es abundante y magnífica»
El director general del Libro inauguró en Benavides el Congreso de Literatura Medieval
¿Por qué en el país del Quijote no se han escrito grandes utopías? La pregunta se la han hecho diversos autores y ayer la despejó por completo el leonés Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, en la conferencia que sirvió para inaugurar el Congreso de Literatura Medieval, que durante tres días reunirá en Benavides de Órbigo a destacados especialistas y en el que se han matriculado ochenta alumnos. Blanco, filósofo de formación, afirmó que la literatura utópica en España es «extensa y magnífica». Previamente, el coordinador del congreso, el profesor de Literatura de la Universidad de León José María Balcells, abogó por que no sea una utopía la celebración de sucesivas ediciones del congreso, avalado por el Ministerio de Cultura, la Fundación León Real 2010, la Universidad de León, el Ayuntamiento de Hospital y la editorial Lobo Sapiens. Balcells defendió, igual que el alcalde de la localidad, Miguel Cordón, la idoneidad de Hospital para acoger un congreso de literatura medieval, teniendo en cuenta que Suero de Quiñones, protagonista de una de las grandes gestas de la historia leonesa, era también poeta. Blanco advirtió desde un principio que su intención era provocar, para llamar la atención sobre un género literario muy desatendido, como es la utopía -palabra polisémica, polifónica y poliédrica sobre la que hay pocas definiciones-. Explicó que la utopía es «el género más antropológico». «Habitamos un espacio junto a los animales brutos, marcados por la genética. Los no brutos (los dioses) son perfectos y no tienen que crear cultura. Entre estos dos parámetros están los hombres, que somos los seres incompletos de la creación». Blanco afirmó que la utopía tiene dos elementos categóricos: «el espacio (acá y nunca allá) y el tiempo (siempre futuro)». Desde el punto de vista histórico aseguró que en la Edad Media hubo abundancia de utopías, porque cuanto más pobre es un pueblo más sueña con los paraísos perdidos. «La historia la hacen unos pocos y el resto la padecen». Aunque la utopía se atribuye a Tomás Moro, lo cierto es que, según Blanco, «únicamente le puso nombre». Aclaró que, siendo la utopía universal, en Occidente tiene deudas con el judaísmo y con el pensamiento grecorromano; y, en el caso de España, también con el islamismo. Lamentó que aún hay notables escritores nacidos en la Península Ibérica de los que no se conoce la traducción de su obra completa al español, desde Ibn Jaldún o Maimónides al gran Ramón Llull, al que Blanco calificó como «el primer pansofista». Si en otras épocas las utopías han sido un movimiento ético o estético, en este siglo, según Blanco, «girarán en torno al valor de las democracias».