Diario de León
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BOQUERINI
León

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HAY QUIEN aprovecha las vacaciones para sacarse un sobresueldo, que en estos tiempos de crisis nunca viene mal. Los cursos de verano, que cada vez proliferan más por todas nuestras universidades son, además de una excusa para mantener abiertas las aulas y proseguir con la actividad docente, aunque ahora con un tono light y con un perfil bajo, una aproximación a un conocimiento que no da de sí ni para una carrera universitaria ni siquiera para una asignatura durante todo el año lectivo. Grandes talentos de diferentes disciplinas ponen sus conocimientos al alcance de los alumnos de estos cursos de verano. Entre los que imparten doctrina hay brillantes escritores, ilustres científicos, codiciados economistas, excelentes periodistas, doctores muy sabios y hasta programadores televisivos. ¿Qué hacen estos últimos en la universidad? Cuando llegaron a España las televisiones privadas, surgió una leyenda urbana que decía que el jefe de programas de un determinado canal era, antes de fichar por la tele, portero de discoteca. Por supuesto, como todas las leyendas urbanas era falsa, pero a la vez resultaba tan creíble que todo el mundo la dio por cierto. Porque, con las teles privadas llegó la contraprogramación, la publicidad encubierta, el incumplimiento sistemático de horarios, y el convertir en noticia a personajillos sin nada que contar. Y esta manera de hacer televisión no podía surgir de personas con estudios universitarios y un amplio bagaje cultural a sus espaldas. Sin embargo, estamos viendo en los últimos años como los responsables de diferentes cursos de verano universitarios, llaman, para que expliquen su trabajo, a estos personajillos, que se codean en las aulas con la élite del conocimiento y se sacan unos ingresos extras. Y después pueden presumir en sus currículos de haber ascendido de portero de discoteca a profesor universitario, pasando por directivo televisivo. Y un alumno de verano puede elegir entre hacer un curso sobre las últimas tendencias de la economía mundial, sobre la literatura en la China milenaria o sobre qué hacer para que un reality show sea líder de audiencia. Y el alumno, que bastante tiene con administrar su precaria economía, que de China lo único que le interesa son las artes marciales y, ahora también las olimpiadas, y que lo de la literatura le suena a chino, elige, orgulloso de su decisión, lo del reality, convencido, gracias a la televisión, que será lo que el futuro le dará de comer. Es terrible que aquellos creativos y responsables televisivos que año tras año degradan más el medio con programas, concursos y 'realitys' de vergüenza ajena, sean los que han traspasado la pantalla y estén dando el salto a las aulas, mientras que los buenos profesionales, los grandes creadores televisivos, permanecen arrinconados sin que nadie les tenga en cuenta.

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