Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Anónimos

Publicado por
BOQUERINI
León

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SE SUELE decir que lo que no sale en televisión no existe. Lo dicen sobre todo los propios responsables de los programas, que son parte interesada. Lo cierto es que cada vez más hay más personas cuya única meta en la vida parece ser la de salir por televisión, tener su minuto de gloria en la pequeña pantalla. Se convocan casting para aparecer en realitys y como setas, surgen miles, cientos de miles de aspirantes a participar. La mayoría no tienen nada que decir, pero eso es lo menos importante. Con aparecer por televisión, aunque sea un minuto, parecen darse por satisfechos. Si se hacen encuestas callejeras siempre aparece quién, con tal de salir en la pantalla, no le importa decir cosas absurdas, tonterías que ni se han detenido a pensar. O a desvelar cualquier parte poco confesable se su intimidad. Y ya no hay programa que se precie que no incluya una encuesta callejera, con reporteros preguntando por todo lo divino y lo humano con tal de hacer méritos y ascender de categoría, es decir, seguir haciendo preguntas a transeúntes (generalmente del centro de Madrid, que no hay presupuesto para saber lo que se opina en otras ciudades), pero para informativos, un escalón más alto en esto del reporterismo televisivo. ¿Y quienes no quieren salir por televisión? Personas felices de ser anónimas y que quieren seguir siéndolo sin que reporteros insolentes les avasallen en plena calle con preguntas inoportunas. Pues generalmente con estas personas anónimas es con quienes se ceban las cámaras. ¿No quieres que te preguntemos? Pues te perseguimos con la cámara. Y es que para preguntar en la calle además hay que tener un cierto punto, no ya de desvergüenza, sino incluso de sadismo. Estos días hemos podido ver muchas personas que salían en televisión contra su voluntad. Son los familiares de las víctimas del accidente de Barajas. Hay quienes, como forma de exorcizar sus penas, no han tenido problemas en hablar con cuantos reporteros le han hecho preguntas tan estúpidas como «¿qué es lo que siente en estos momentos?». Sin duda los reporteros que han hecho este tipo de preguntas serán rápidamente ascendidos en el escalafón televisivo. Pero ha habido personas que, con su dolor a cuestas, se han ocultado de las cámaras. A estos los reporteros, como buitres carroñeros, les han filmado en el desgarrador momento de recibir la noticia de la muerte de un ser querido. Hay una persona que se ocultaba el rostro con un periódico que decía que no quería hablar, cuya imagen se ha repetido mañana, tarde y noche. Incluso el sábado Informe semanal volvió a sacar a esta persona que no quería salir en televisión. ¿Qué se puede hacer para proteger el anonimato de a aquellos que no quieren salir por televisión? Da igual que sean personajes del corazón acosados sin piedad o simples personas anónimas, con su dolor y su pena a cuestas que quieren compartir con sus allegados, no con una audiencia sedienta de morbo. No todo debería ser válido en televisión para aumentar el share.

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