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La basílica permanece cerrada al público desde abril para limpiar las bóvedas y los paramentos

Juan Vicente Herrera visita esta tarde las obras de restauración de San Isidoro

La Junta invertirá 4 millones de euros para la reforma integral de la real colegiata

Imagen de las obras de limpieza de muros y paramentos en el interior de la basílica de San Isidoro

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Laura Bueno - león
León

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El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, vistará esta tarde las obras de rehabiltación de la real colegiata de San Isidoro. Los trabajos de restauración comenzaron en abril de este año, tras cinco años de preparativos y estudios previos, como el escaneado del interior del edificio. El objetivo de estas obras de rehabilitación es devolver el esplendor a la piedra de las bóvedas y los paramentos. Estas obras son la primera fase de una magna restauración, que durará cuatro años y está presupuestada en 4,2 millones de euros, que sufragarán, a partes iguales, Caja Madrid y la Junta. La iglesia ha permanecido cerrada al público desde que comenzaron las obras en abril, justo en la de la época del año con mayor afluencia de visitantes y peregrinos. La espesa «piel» negra que cubría las paredes de la iglesia ha desaparecido. La limpieza de muros y paramentos, que comenzó el 28 de abril, ha transformado por completo la imagen del templo. Bajo la capa de suciedad se escondía una columna de mármol semejante a las del Panteón Real, que hasta ahora había pasado desapercibida por una «negrura» que muchos habían atribuido a la sobriedad del románico, pero que no era más que mugre. Igualmente, ha aparecido, frente a ella, otra realizada con sillares romano. Ahora, hay piedras de diferentes tonalidades, que permiten seguir los avatares que ha sufrido esta joya románica a lo largo de su historia. Se sabe que algunas bóvedas de las naves laterales eran de madera en origen y, posteriormente, de ladrillo; al tiempo que varias sufrieron hundimientos. La actual restauración permitirá «restañar» las múltiples heridas que dejaron las tropas napoleónicas. La empresa Decolesa, encargada de los trabajos, ha tenido que emplearse a fondo. Prácticamente todas las columnas y paredes de la basílica, en la parte inferior, presentaban pérdidas de piedra. Dentelladas y roturas que dan idea del maltrato que el ejército francés infringió a esta iglesia, convertida en cuartel y caballerizas. Los florones de la bóveda mayor han recuperado su dorado inicial y los ángeles primitivos vuelven a ser policromados; no así los que hizo Julio del Campo a principios de siglo. Los expertos aconsejaron aprovechar estas obras para cambiar el sistema de calefacción de carbón por un suelo radiante, lo que obligaría a levantar el suelo y, consiguientemente, facilitaría un nuevo «barrido» del georradar así como alguna pequeña «cata». A finales del año pasado la historiadora Margarita Torres Sevilla efectuó un «barrido» de la basílica con el fin de averiguar qué hay bajo los cimientos del edifi cio románico y obtener algún «dato» de las primitivas construcciones. Como la primera iglesia construida por los reyes leoneses o restos de algún edificio romano.

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