Carlos Saura lleva a la Mostra cinco minutos de su «Io, Don Giovanni»
La ópera y el cine se reúnen en manos de Carlos Saura y el director de fotografía Vittorio Storaro, quienes presentaron ayer en Venecia un anticipo de su quinta película juntos, Io, Don Giovanni , sobre el proceso creativo de la ópera de Mozart desde el punto de vista de su libretista, Lorenzo da Ponte. El autor y su obra se convierten, se salpican, se fusionan, «se devoran mutuamente» y dan lugar a esta visión «personal» que, entre el cineasta aragonés y el director de fotografía italiano, han compuesto sobre esta inmortal obra. En Io, Don Giovanni , efectivamente, el «yo» de Lorenzo da Ponte se adultera con el hedonismo que insufla a su personaje y que, según la película -coproducida por España e Italia y todavía en fase de montaje- está directamente inspirado por la galantería y fogosidad de Casanova. «Lorenzo da Ponte, en su juventud, fue amigo de Casanova, frecuentaba casas de juegos, tenía muchas amantes... en fin, un desastre... o una maravilla, no lo sé», explicó Saura. Ese a galope entre lo trágico y lo cómico, entre lo hedonista y lo inmoral, es el tono buscado para el personaje de Don Juan y, en consecuencia, para la película. «No hay que olvidar que viene de una ópera buffa», explicó el cineasta, que se mostró cómodo en la ciudad donde consiguió el León de Oro en 1981 con Deprisa, deprisa . En esta misma ciudad, y siempre en italiano, nace el proceso de inspiración de Don Giovanni , que pasa por Viena para su composición y, finalmente, llega a Praga para el estreno de la ópera en 1787, con el que se cierra la película. «Sin embargo, ha sido rodada toda en estudio», aclaró Saura. Entre Ciudad de la Luz, en Alicante, y Dinocittà, el estudio de Dino de Laurentis en Roma, Io, Don Giovanni , con un presupuesto de 5 millones de euros, ha seguido el patrón de cintas anteriores del director que, siempre auspiciado por la dirección fotográfica de Storaro, crea con grandes paneles fotográficos los escenarios. Así, como en otras colaboraciones del tándem, a juzgar por los cinco minutos mostrados hoy en Venecia, este nuevo proyecto vuelve a apabullar con su acentuada plasticidad, a la que hay sumar la potencia de la música de Mozart.