Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

Chulería

Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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ANTENA 3 HA ESTRENADO la nueva temporada de su culebrón juvenil Física o química , una serie de temática supuestamente docente que en realidad funciona como cebo para atraer al público menor de edad con argumentos de adultos. Recordará usted que Física o química suscitó en su primera temporada una encendida polémica; numerosas voces de todas las tendencias pidieron la retirada del producto. Antena 3 no ha hecho ni caso. Esta historia de Física o química resulta interesante por lo que tiene de ilustrativo acerca de los (malos) hábitos de nuestros canales de televisión. A esta serie le han llovido palos por todas partes: profesores, padres de familia, estudiantes, críticos de televisión; todos hemos subrayado el carácter profundamente nocivo de la serie porque utiliza a los adolescentes (menores de edad) como reclamo comercial prescindiendo de cualquier afán formativo, porque manipula y deforma la realidad de la enseñanza en España, porque denigra (voluntaria o involuntariamente, lo mismo da) la figura del profesor, porque elogia las actitudes nihilistas¿ Paremos aquí, porque no hace falta más. La cuestión es ésta: pese a tales reproches, todos ellos ajustados a la realidad, la cadena ha hecho de su capa un sayo y no sólo no retiró en su momento la serie, sino que ha promovido una segunda temporada que ahonda en los mismos defectos, exagerándolos hasta la caricatura. Más aún: sobre la exageración, provocación, porque el fragmento que la cadena ha empleado para promocionar el retorno de la serie ha sido ese en el que un profesor, en nombre del arte dramático, conduce a las chicas del instituto al vestuario donde se están duchando los chicos. La elección de la secuencia es llamativa: señala qué es lo que verdaderamente le interesa a Antena 3, qué mensaje quiere transmitir, qué imagen le interesa comunicar al espectador. De poco sirven -salvo para aumentar la vergüenza- los efugios con los que productora y cadena tratan de justificar la serie. Aquí no hay más que un motor: la imagen mueve a la hormona, la hormona mueve a la audiencia y la audiencia mueve la caja de los dineros. Hablemos a calzón quitado, y nunca mejor dicho: toda esta turbia atmósfera de adolescentes en celo parece ideada por un cincuentón con problemas de insatisfacción sexual que utiliza esas fantasías sobre chicos de instituto para aliviarse el peso de la edad. Eso lo encontramos en la misma televisión -porque aquí sí podemos generalizar- donde inquietas voces predican a todas horas la ausencia de valores y la falta de altura de miras de la juventud. Es de una hipocresía que da asco. Y frente a la protesta de la gente, la cadena adopta la actitud que caracteriza a nuestra tele: la chulería. Insoportable.

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