Villamorico | El rejoneador Pedro Calero cortó dos orejas tras un excelente trabajo a un buen ejemplar
Víctor Janeiro, triunfador en una corrida con cinco toros de juego desigual
Juan Mora se llevó un trofeo tras una buena faena con la derecha al cuarto de la tarde
Víctor Janeiro fue el gran triunfador de la corrida de toros mixta que se celebró ayer en Villamorico al cortar cuatro orejas y un rabo en una tarde que compartió cartel con Juan Mora y con el rejoneador Pedro Calero. El festejo se presentaba como un acontecimiento para la pequeña localidad y para toda la comarca. Y así fue. La plaza portátil habilitada para el evento se quedó pequeña ante la masiva afluencia de aficionados. Los precios populares, gracias al patrocinio de la empresa de ahumados y semiconservas La Balinesa, también contribuyeron a ello. No faltaron autoridades provinciales como la presidenta de la Diputación, Isabel Carrasco, o el diputado Cipriano Elías Martínez, además de varios alcaldes de la zona. Abrió plaza un ejemplar feo y manso con el que poco pudo hacer un Juan Mora al que se le notó su falta de actividad. Realizó una buena tanda al natural y sufrió un incidente sin consecuencias al resbalarse delante de la cara del toro que no hizo hilo por él. Su segundo oponente, el cuarto de la tarde, sirvió mejor para lidia y consiguió sacarle varias tandas templadas con ambas manos, especialmente con la derecha. El toro se fue apagando poco a poco. Mató de una estocada baja, cuya punta asomaba por el costillar. Una oreja. Víctor Janeiro fue el gran triunfador. Se mostró muy entregado y sacó del buen primer ejemplar de su lote varias tandas templadas con la derecha. Fue la mejor faena de del festejo premiada con dos apéndices. El que cerraba plaza no sirvió, pero un público ya entregado pidió todos los trofeos y el presidente en un exceso de benevolencia le concedió hasta el rabo. Por su parte, el rejoneador onubense Pedro Calero mostró grandes maneras y una cuadra excelente. Con su único toro, consiguió lances de gran mérito y belleza. Especialmente uno con el caballo barbeando las tablas con el astado a escasos centímetros de sus patas traseras. Logró momentos de auténtica apoteosis. Se llevó dos orejas totalmente merecidas.