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Un universo floral formado de libélulas, nenúfares y estrellas de mar

Publicado por
León

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Emile Gallé (1846-1904) disponía a los artistas del taller frente a un gran ventanal que daba acceso a un auténtico jardín botánico. De esta manera el artesano podía tomar del natural los modelos que luego pasaría al vidrio que estaba decorando. Gallé daba plena libertad a sus artesanos a la hora de crear los diseños y para ello elegía a los más expertos. La naturaleza está presente en estos objetos y la flora y la fauna de la zona de Lorena supone una fuente de inspiración inagotable. Para la identificación de los motivos iconográficos, se ha contado con la colaboración de los profesores del departamento de Botánica de la Universidad de Salamanca, Francisco Manuel Amich García y José Sánchez Sánchez. En la decoración se encuentra pequeños animales, sobre todo insectos tales como libélulas o estrellas de mar. En cuanto a las flores, utiliza especies silvestres, de jardín y también exóticas como orquídeas, nenúfares, magnolias y cardos cardos con simbolismos patrióticos. En el taller las piezas tienen que pasar por distintas secciones. Primero, en la sección de grabado, los pintores dibujan sobre la pieza con un lápiz especial para vidrio las líneas fundamentales del diseño para luego pintar con pincel y betún de Judea sucesivas veces sobre el dibujo y obtener así diferentes relieves. La pieza pintada es sometida a la inmersión en ácido las veces necesarias hasta obtener el resultado apetecido. Por último se pasa a la sección del matizado para conseguir el objeto terminado. El intenso color del fuego y la energía que desprende constituye, junto con los sopladores introduciendo sus cañas por la boca del horno, un espectáculo impresionante que intenta reflejar esta parte de la exposición.