Un estilo francés al calor de la herencia nipona
A finales del s. XIX Nancy se convirtió en una de las capitales europeas del modernismo gracias a la influencia de la Escuela de Nancy. Un nuevo estilo inspirado en el neogótico y el arte japonés (no se extrañe de ver a numerosos japoneses por las calles de Nancy) surgía como reacción al estilo clásico imperante en la época. Muy pronto, la influencia del art nouveau y sus motivos de inspiración vegetal se dejaron sentir en las artes decorativas y en la arquitectura. Emile Gallé (1846-1904), vidriero y ceramista de renombre, consiguió reunir en torno a sí a toda una pléyade de artistas: los hermanos Daum, Louis Majorelle, Eugène Vallin, Victor Prouvé, Jacques Gruber y el propio Gallé daban vida a la Escuela de Nancy. Incorporó técnicas experimentales en su trabajo, como el uso de burbujas de aire o láminas de metal, y también revitalizó la industria del vidrio, creando un taller propio para producir en masas diseños propios.