Diario de León

Isabel de Madariaga indaga en la personalidad de Iván el Terrible

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Tomás García Yebra - madrid
León

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A pesar de su política expansionista, la modernización de las leyes y los cambios introducidos en el Ejército, la historiadora Isabel de Madariaga no aprecia ningún rasgo positivo en el zar ruso Iván el Terrible (1530-1584). «Fue la viva reencarnación de Lucifer». Con esta frase define la hija de Salvador de Madariaga, de 89 años, a un gobernante que empalaba, envenenaba y arrojaba súbditos a las jaurías de perros con la misma facilidad que libaba vasos de vodka. «Su crueldad era extrema, pero si lo comparamos con lo que se hacía en Europa en aquellos años, tampoco hay tanta diferencia», precisó. Y para refrendar esta teoría acudió a la figura de Enrique III de Inglaterra. «Detrás de un hombre de trato afable se escondía una imaginación descomunal para idear maquinas de tortura». Considerado uno de los creadores del Estado ruso, Iván IV Vasilievich se casó siete veces. La mayoría de sus mujeres fueron envenenadas (algunas por orden suya). La que más huella le dejó fue la primera, Anastasia, también envenenada por la nobleza boyarda, que estaba en contra del zar. «Este hecho cambió radicalmente su personalidad», explicó Madariaga, autora de 'Iván el Terrible' (Alianza Editorial), una voluminosa biografía de más de 600 páginas. «Se volvió un psicópata, un ser resentido y vengativo, con unos cambios de carácter incomprensibles». La historiadora cuenta cómo, en un rapto de cólera, mató a su hijo de un bastonazo en la cabeza. «Cuando se dio cuenta de que estaba muerto, le abrazó y comenzó a llorar desconsoladamente». La obra trata también la relación del zar con la magia y el esoterismo y el posible origen de sus desvaríos. «Hay historiadores que achacan su ira y su locura a la ingesta mercurio, que lo tomaba para curarse la sífilis. Yo no lo creo», asegura.

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