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Máximo Cayón hablará de costumbres como el tenebrario, los disciplinantes o colgar el Judas se diseccion

«La religiosidad popular de la Semana Santa nació en Jerusalén en el siglo IV»

El director de la Obra Cultural ofrece esta tarde una charla en el Instituto Leonés de Cultura

Máximo Cayón durante el pregón que ofreció en la Semana Santa de este año

Publicado por
Cristina Fanjul - león
León

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Continúa en el Instituto Leonés de Cultura la segunda edición del ciclo dedicado a La religiosidad popular en tierras leonesas que patrocina la Fundación Hullera Vasco Leonesa. El reponsable de la conferencia de hoy es el director de la Obra Cultural de Caja España, Máximo Cayón, que hablará acerca de las manifestaciones de la religiosidad popular en la Semana Santa, un conjunto de tradiciones que, en su gran mayoría, se han perdido. Máximo Cayón explica que las tradiciones populares semana santeras nacieron en el siglo IV en Jerusalén. Así, subraya que la monja Egeria ya cuenta que fue entonces cuando comenzó a representarse la entrada de Jesús en Nazaret. También hablará Cayón sobre los disciplinantes, cofradías cuyos miembros se flagelaban la espalda públicamente como penitencia, o acerca del Cristo de un sólo brazo. Otro de los temas a los que aludirá en la conferencia es la tradición del tenebrario. Esta costumbre, que se celebraba en Miércoles Santo, consistía en la extinción de las quince velas de cera amarilla de un candelabro triangular al fin de cada salmo de maitines y laudes, empezando por el ángulo derecho inferior, de modo que tan sólo queda encendida la más alta, que en algunos sitios suele ser blanca. Mientras se canta el Benedictus se apagan también las velas del altar, y el templo queda casi en completa oscuridad, máxime cuando, durante el Miserere final, a la única vela encendida del tenebrario se la oculta detrás del altar. Terminado el Miserere, el clero y los fieles producen un leve ruido de manos, de libros y matracas, que cesa repentinamente al aparecer la luz del cirio oculto detrás del altar. Significado Todos estos detalles un tanto dramáticos tienen su significado. El apagamiento sucesivo de las velas del Tenebrario y del altar, recuerda el abandono y defección casi general de los discípulos y amigos del Señor, al tiempo en que era atormentado por los judíos. La, única vela encendida representa a Jesucristo. Se le oculta tras el altar, para significar su sepultura y su desaparición momentánea de este mundo, reapareciendo con nuevo brillo el día de su Resurrección. El ruido final imita las convulsiones y trastornos que sobrevinieron a la naturaleza en el trance de la muerte del Salvador. Los atajadores - que corren por los atajos de las ciudades que llevan a la rinconada, a la callejuela, al soportal, al mejor sitio desde donde admirar la procesión- o la tradición de colgar el Judas también formarán parte de la charla de Cayón.