Eficacia comprobada

No es cuestión de una Seminci o de un San Sebastián (que también tuvieron sus comienzos difíciles), sino de que la ciudad albergue un certamen de potente atracción social y cultural y que ocupe un nicho de la industria cinematográfica aún por explorar. Dado su tamaño medio, el hecho de que sea muy «caminable» y de que la monumentalidad y la gastronomía se aúnen en los mismos espacios, León tiene toda la vocación de ser una ciudad de congresos y, también, de festivales. En concreto, el leonés habría de mirarse en otros que han supuesto una importante proyección mediática para ciudades de pequeño y medio tamaño; así, Huesca, Gijón, Ourense, Medina del Campo, Huelva o la propia Astorga, todo un ejemplo de buen hacer. Las muchas producciones centradas en temas históricos y sociales desarrolladas en la actualidad y la próxima celebración de los 1.100 años del Viejo Reino completan la idoneidad de este certamen, que tendría lugar, físicamente, en el Auditorio Ciudad de León. Pero la batalla va siendo larga. La voluntad de dotar a la capital de un festival cinematográfico viene de atrás, sucediéndose los proyectos y los ofrecimientos. En 2004 se anunciaba a bombo y platillo un Festival de Realizadores Noveles que nunca llegaría a celebrarse (iba a dar unos premios con forma de gallo que se llamarían isidoros ) y en enero del 2006 se celebró un Festival de Cine Digital, interesante, pero que puso de manifesto cómo León puede y debe aspirar a mucho más. Ahora, las concejalías de Cultura y Educación deben decidirse -ya en serio- tras haber dado inicialmente todos los parabienes al proyecto de García Loza, gran gestor de festivales y propietario de una extensísima filmoteca.