Fin de la caja boba
FIN DE la caja boba. Nadie quiere ya una televisión pasiva y donde los programas son cuándo y cómo quieren los programadores, no los televidentes. No la quieren las propias cadenas, que ven cómo se les escapan los espectadores y los anunciantes hacia otros medios con mejor «experiencia de usuario». Tampoco los anunciantes, descreídos de la eficacia de sus campañas. Ni muchos televidentes, cada día más enganchados y deseosos de ampliar el tiempo que pasan con la televisión convirtiéndola en un disfrute más allá de repantigarse en el sofá con los ojos como platos. Los métodos son distintos a la búsqueda de un único objetivo: prolongar el placer de ver la tele. Telecinco lo comienza a hacer animando la vida y la participación en sus programas musicales. Desde esta semana, los espectadores de la cadena pueden cantar canciones en un karaoke en Internet y compartir sus actuaciones con amigos y otros usuarios de la web. Otros tratan de ser menos bobos con la publicidad. Hulu, la plataforma de televisión en Internet de NBC y Fox, ha aprovechado lo mucho que gustan los anuncios a muchos y cuánto los odian otros para votar los spots en la web. Un desafío para publicistas. En la BBC británica estudian a fondo el comportamiento de los espectadores. Sobre todo de los jóvenes, en un país en el que el 27% de los ciudadanos de 15 a 24 años ve la tele por Internet. Y lo primero de que se han dado cuenta es que cuantos más canales se tiene, más tiempo se pasa zappeando para no ver ningún canal. 24 imágenes por segundo convertidas en 100 canales por minuto. Y cuanto más gusta, más se habla de un programa. Caramba, son dos descubrimientos para los que no hacía falta mucha investigación. Pero si te pierdes un episodio de tu serie favorita, ¡estás muerto! Nadie te hablará. Menos mal que seguramente lo puedes recuperar en Internet. Y en este camino, las televisiones comerciales quieren acabar también con la caja boba de las teles públicas -esta suena a dinero- ahora que la crisis aprieta y los políticos presumen de lo que rebajan el coste para los ciudadanos de las pantallas obedientes.