Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO

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Publicado por
JOSÉ JAVIER ESPARZA
León

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VISTO la otra noche en Hospital central: el equipo médico (habitual) ha de atender a un niño; el niño resulta ser un abominable monstruo que con su mala educación termina sacando de quicio a todo el mundo; entonces Carolina Cerezuela llama a un aparte a los padres de la criatura y les canta la gallina: que si esto pasa porque el niño está demasiado consentido, que, claro, es que los dos padres trabajan fuera de casa, y que un niño no puede vivir así, sin autoridad, que hay que enseñarle lo que está bien y lo que está mal. Real como la vida misma, sin duda. Lección elemental de sentido común, también. Ahora bien, semejante alineamiento con la concepción tradicional de la educación choca en una serie que siempre se ha caracterizado (insisto: siempre) por repetir como un lorito todos los tópicos progres sobre la organización de la vida cotidiana, desde la sexualidad hasta la alimentación pasando por la inmigración, las relaciones familiares y cualquier otra contingencia divina o humana. Porque si alguien merece pertenecer con todos los títulos a la tribu de lo «políticamente correcto», esos son los guionistas de Hospital central . Y por eso, en efecto, lo más interesante de esta defensa de la autoridad paterna, la otra noche, es que nos venga en las mismas manos que hace diez años, sin ir más lejos, habrían apostado por el modelo de educación contrario, fustigando a la autoridad paterna por «fascista» y cantando las excelencias de la libre espontaneidad infantil. Por supuesto, nada más injusto que reprocharle a nadie el cambio: bienvenidos, amigos, al reino de la luz. Pero ahora preguntémonos: ¿cuántos tópicos del pensamiento «políticamente correcto» veremos caer en los próximos años? Y en consecuencia: ¿qué credibilidad podemos conceder a quienes ponen en escena, con ínfulas de verdad absoluta, ciertas convicciones que en pocos años quedarán reducidas a polvo? Y más aún: ¿quién paga los platos rotos? Hace poco Victoria Camps publicaba un libro sobre educación que venía a reconocer el fracaso del modelo educativo vigente en España desde hace más de veinte años. La confesión tiene doble valor porque ella, Camps, es una de las responsables de ese fracaso. Y lo trágico del asunto es que la profesora, a pesar de su indudable sapiencia, se considera incapaz de proponer una alternativa. ¿Quizá porque no se le ocurre? No, mucho peor: porque proponerla significaría no sólo reconocer el fracaso propio, sino dar la razón a quienes han mantenido -y hoy sabemos que con acierto- la posición contraria. Una recomendación extratelevisiva: ha aparecido en Ciudadela el libro de Richard M. Weaver Las ideas tienen consecuencias. Eso incluye a las ideas que los guionistas vierten en series de televisión.

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