| Entrevista | David Fernández Sifres |
«Un niño sólo seguirá leyendo si disfrutó con el libro anterior»
Acaba de publicar «¡Que viene el diluvio!», sobre las aventuras de tres niños que quieren salvar a todos los animales de su pueblo, y prepara ya otras dos novelas, una infantil y otra juvenil
Se llama ¡Que viene el diluvio! y en él, el leonés David Fernández Sifres cuenta la divertida historia de tres amigos que, ante la inminente llegada -según entienden ellos- de un nuevo diluvio universal, se disponen a salvar una pareja de animales de cada especie existente en el pueblo. La edición es de Everest y los estupendos y sugerentes dibujos, de Ada García. -¿Cuál es el secreto a la hora de escribir literatura infantil? -No lo conozco, pero sí me parece fundamental que el niño perciba que te interesa contarle una historia, no que quieres escribir un libro para niños. No se le puede engañar. La historia ha de ser buena, adecuada a su edad y bien escrita, pero además tiene que gustar también a los mayores. No me sirve una novela de la que los adultos digan «no me gusta, pero es que es para niños» o «yo no me he reído, pero seguro que los niños sí». Eso no es así; si no te ha gustado o no te has reído (lógicamente desde tu posición de adulto que lee una obra dirigida al público infantil), el niño tampoco lo hará. Al niño hay que respetarle mucho como lector. -El tema que aborda, «bíblico», ¿cómo surgió? -En realidad el aspecto bíblico de la historia no es más que la excusa, el punto de inicio de la aventura de los protagonistas. Quizá la preocupación que subyace en lo que cuento se aproxime más al tema medioambiental: la sequía, la desaparición de especies animales¿ De alguna manera, creo que Pancho, Joseque y Teban, los tres protagonistas, podrían decir en cualquier momento: «Los mayores no saben lo que se nos viene encima; somos nosotros los que tenemos que hacer algo». En cualquier caso, yo no quería contar esto. Quería contar una aventura en un pueblo de León como pudo ser el mío; una aventura que seguro me hubiese gustado vivir de niño (¿quién no quiso ser héroe?) y que me apetecería que me contasen, incluso siendo adulto. Fue después cuando me di cuenta de que, tal vez, había algo que me preocupaba detrás de todo aquello. -Transmitir una serie de valores a través de la literatura infantil, ¿es imprescindible, necesario, simplemente positivo, o no tiene por qué hacerse? -Yo no escribo pensando en transmitir unos valores. Escribo porque me divierte, y lo hago además con la libertad de quien tiene en la creación literaria un simple pasatiempo. Creo que escribo con la intención de entretener al lector. Nada más. Sin embargo, qué duda cabe de que se transmiten no sólo valores, sino también apegos o gustos que el lector niño terminará haciendo suyos cuando crezca. -¿Es difícil publicar literatura infantil en España? ¿Cree que realmente han aumentado los índices de lectura? -A mí no me ha resultado difícil. Más bien ha sido sorprendente. Cuando acabé de escribir esta historia la envié a Everest junto con una carta en la que les pedía que cuando me la rechazaran me dijeran los motivos, para seguir aprendiendo. Cuando me contestaron, en vez de eso me ofrecieron un contrato de publicación. En cuanto a los índices de lectura, no conozco las cifras, pero sí creo que los colegios hacen, o pueden hacer, una labor estupenda. A los niños hay que ofrecerles libros que les diviertan, no empecinarse necesariamente con los clásicos o con los libros que se han considerado siempre objetos de culto. Un niño sólo seguirá leyendo si ha disfrutado con el libro anterior, si se ha reído, si se ha emocionado, si se ha sentido partícipe de las aventuras. Hay que conseguir que se enganche. Ya tendrá tiempo de elegir más adelante. Yo sólo disfruté de El Quijote o de El Lazarillo de Tormes cuando decidí leerlos por mi cuenta, siendo ya adulto. En aquellos primeros años hubiese preferido leer Fray Perico y su borrico , por ejemplo. -¿Qué me puede decir de la ilustradora? -Ada García es lo mejor que le ha podido pasar a ¡Que viene el diluvio! Es una ilustradora fantástica, con más de 70 títulos publicados. Para mí, que ella haya ilustrado mi historia ha sido una sorpresa muy grata. Ha sabido reflejar con exactitud todos sus detalles y, además, les ha dado a los personajes una enorme expresividad y humor. La historia que cuento es divertida, pero ella ha conseguido que lo sea aún más.