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Escritor

«Si fuera al psicoanalista no escribiría»

El escritor leonés interviene hoy en las jornadas de Cultura, Medicina y Psicoanálisis, con Luis Mateo y Antonio Colinas, y mañana cierra la gira de filandones «Palabras en la nieve»

León

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José María Merino escribe para liberarse de sus fantasmas. Por eso, nunca ha sentido la necesidad de tumbarse en el diván de un psicoanalista. Sin embargo, el le han «fichado» para que inaugure hoy unas intensas jornadas, en el Centro Cultural de Caja España, sobre Cultura y Psicoanálisis, en las que participan también los escritores leoneses Antonio Colinas y Luis Mateo Díez. Mañana, en el mismo escenario, cierra una gira de filandones por España y otros países, junto a sus amigos Mateo y Aparicio. Una agenda intensa que compagina con una novela que verá la luz en primavera y su discurso de ingreso en la RAE, donde ocupará el sillón de su inicial, la «m». -Esta semana hace doblete en León, usted sí que es profeta en su tierra... -Parece que sí. Encuentro siempre interés, atención y afecto. No puedo quejarme. Hasta me van a hacer Hijo Adoptivo... -¿Tiene ya fecha para leer el discurso de ingreso en la RAE? -Será el 19 de abril. Precisamente, estoy terminándolo. Voy a hacer una mezcla de teoría y práctica de la ficción y del cuento en concreto. -¿Quiénes serán sus padrinos? -Mis padrinos fueron Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo y Arturo Pérez-Reverte. Será Luis Mateo el que responderá a mi discurso. -Hoy inaugura las jornadas de Cultura, Medicina y Psicoanálisis, ¿cree en el poder curativo de la palabra? -Creo que es evidente el poder curativo, ordenador y razonador de la palabra. La palabra es el poder sustantivo que tenemos los seres humanos para ordenar el mundo. -¿Iría al psicoanalista? -Por ahora no lo he necesitado. A veces digo en broma y medio en serio que si acudiera al psicoanalista ya no escribiría, porque me libero de mis fantasmas escribiendo. Si encuentras un buen psicoanalista es como un confesor civil. Creo que mucha gente se ha sentido ayudada. Si no quieres ir es que no lo necesitas. -Es 20-N, vaya fecha, y va a hablar nada menos que de «El arte de escribir ¿invención u oficio técnico?». -Sí, es el reto. Acepté ese título. Hablaré del secreto de la escritura, el proceso de creación y de qué elementos hay que tener en cuenta. -¿Y la fecha del 20-N no le trae recuerdos? -Ya lo he olvidado. A veces tenemos empeño en regresar a los malos momentos. Cuando los hemos superado, lo mejor es olvidarlos. -Mañana participa con sus amigos Luis Mateo Díez y Juan Pedro Aparicio en el filandón «Letras en la nieve», que ya lo han exportado a otros países. ¿Cómo ha sido la experiencia? -Ha sido una experiencia muy satisfactoria. Hemos tenido una gran acogida. Siempre ha acudido mucho público y muy cariñoso, no sólo en España, sino también en Gran Bretaña, en Cartagena de Indias o en El Bronx. No podemos quejarnos. -Pero mañana les toca la prueba de fuego de León... -Esperemos que también seamos profetas. -En los «Cuentos del gallo de oro», usted, Mateo y Aparicio, han reunido doce cuentos en los que está la esencia de su literatura y de estos filandones. No es su primera aventura literaria común... -Cierto. A lo largo de los años, si no los tres, sí que hemos participado en aventuras colectivas y ha sido muy formativo. El filandón no se puede entender sin esa complicidad de años. -¿Qué opina de la retirada del juez Garzón de la causa de los desaparecidos del franquismo? -Soy de la Constitución de 1978 y en España, que tenemos la extraña manía de estar enfrentados siempre, queremos ser de la Constitución de 1931 o de otras anteriores. Hay que enterrar decentemente a todos los muertos, rendirles todos los honores y darse cuenta de que la historia se ha movido. No hay que mirar al pasado. -¿Ha abandonado definitivamente la novela por el relato corto? -No, precisamente estoy con una novela cuya publicación coincidirá con mi discurso de ingreso en la RAE. -¿Cómo se titula? -De momento no tiene título definitivo. El tema es el de la confrontación española. Y la historia transcurre en un lugar de la montaña leonesa. -¿Es una novela histórica? -No, es la historia de un joven que escribe una tesis doctoral y que en medio de su trabajo escribe también sobre sus recuerdos. La novela transcurre en las Navidades del 2005, así que es absolutamente contemporánea. -¿Cómo se vive sin móvil? -Vivo estupendamente. Sólo lo uso para los viajes. A veces me encuentro con cien mensajes que no soy capaz de desentrañar. Es útil, pero a mí no me sirve para nada. -¿Se ve escribiendo hasta los 102 años como Crémer? ­-Y que escriba muchos más. Si estuviera tan bien como Crémer o como Francisco Ayala... Escribiré hasta que pueda. Si muero con las botas puestas, como quería y le ocurrió a Ricardo Gullón, mejor...