Diario de León

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Un «barbiere di qualitá»2 líneas género

La ópera de Cámara de Praga brindó a los leoneses un excelente «Barbero de Sevilla»

La producción cerró el miniciclo de ópera organizado por Caja España

La producción cerró el miniciclo de ópera organizado por Caja España

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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león

Si

, que el día anterior había subido al escenario del Auditorio, resultó ramplona y tediosa, con una orquesta y unos cantantes que no entraban jamás a tiempo,

del día siguiente fue lo contrario. La orquesta, de nuevo a las órdenes de Dorian Wilson, estuvo mucho más acertada, sin sobresaltos en el viento ni desajustes de afinación en la cuerda, con lo que la conocida obertura resultó reconocible y bien tocada, controlando ahora las entradas y no dejándose arrastrar, salvo en contadas ocasiones, por los propios cantantes, que el día anterior tiraban de la orquesta o la ralentizaban para que no se durmiera en los laureles.

La puesta en escena, como ahora es habitual, muy simple, con subidas y bajadas de decorados que sirven para casi todo pero que no dejan de resultar pobres. Una puesta en escena demasiado móvil y mareante, con incursiones extemporáneas de los cantantes y comprimarios por el patio de butacas, una trasnochada alternativa muy del teatro de los sesenta pero poco afortunada para la lírica actual porque distrae y no añade nada nuevo a la puesta en escena, a no ser molestias a los sufridos espectadores, que tuvieron que aguantar hasta las duchas del «simpático» Fiorello. Respecto a las voces, aquí se notó más el equilibrio y la calidad. Mientras el conde intentó lucir una agradable pero descontrolada voz de tenor que destrozó el aria inicial, con ataques tan bruscos y adornos tan burdos que sólo hicieron que provocar sonrojo; Rosina, aquí una soprano aunque a veces la canta una mezzo, correcta, con un timbre de voz hermoso, audible y claro. Bordó la famosa

, aunque no hubiera quedado mal remarcar algunas frases para otorgar más intencionalidad al canto. Don Basilio, un bajo sencillamente espléndido por voz, por temperamento y acercamiento al personaje; al igual que Don Bartolo, siempre poniendo el contrapunto y haciendo un personaje muy creíble. Más flojo Fígaro, barítono de desigual línea de canto y pronunciación poco italiana, aunque sacó adelante su difícil personaje con demasiada gestualidad y escasa soltura. Berta, la camarera, correcta en su divertido papel, y el coro, empastado y afinado, permitieron redondear un

que, sin ser brillante, sí fue «di qualitá».

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