Diario de León

| Reportaje | Cuando premian los actores |

La noche que no ganó Pe

La Unión de Actores celebró sus premios anuales con el triunfo de «Camino». Muchos de los favoritos se quedaron sin galardón

El actor Paco Valladares entrega el premio «Toda una vida» a María Asquerino

El actor Paco Valladares entrega el premio «Toda una vida» a María Asquerino

León

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La gala de los premios de la Unión de Actores tiene una primera fase, el llamado photocall, que es un pase gráfico, sin más, en el que más que otra cosa aquello parecen los premios Pilar Rubio, la reportera más famosa de La Sexta. Al actor que la chica no entrevista se le queda cara mustia, aunque haya algunos que aprovechan el despiste y pasan volando. Así, llegaba el Duque, antes conocido como Miguel Ángel Silvestre, ya bombardeado de flashes, y se detenía. Lo que aprovechaba Alberto Sanjuán para pasar de largo y desaparecer hacia la zona vip. Maribel Verdú o Concha Velasco mostraban sus tablas y atendían a diestro y siniestro. Iban llegando y pasando las celebrities del mundo del espectáculo y el hall del Circo Price estaba tan lleno de gente que aquello no parecía la gran fiesta de los actores en la que ellos se premian, sino una estación de Metro en hora punta.

Este año, la Unión de Actores, presidida por un reivindicativo Jorge Bosso, que reclamó que se respeten los derechos de autor de su gremio, cambió de recinto para entregar sus premios y al finalizar la gala, más larga de lo previsto, como es habitual en este tipo de celebraciones, algunos salieron espantados, como Eduardo Noriega. El cóctel fue un caos. Sí mantuvo el tipo, con elegancia, el berciano Roberto Enríquez, nominado por su interpretación en La Señora, y que se quedó sin premio porque fue a parar a Pepe Viyuela. Aunque la fiesta no era de etiqueta, ni se pretendía ni se esperaba, el popular actor de Aida apareció con la camisa por fuera, bien arrugada, y agradeció el premio mascando chicle.

«¿Uy, qué gorda!»

Había un duelo esperado entre Eduard Fernández y Eduardo Noriega y el premio fue para el tercero: Jordi Dauder, por Camino , cuyos actores se llevaron hasta cuatro estatuillas, que en este caso hacen honor a esa denominación, puesto que no pesan. El otro gran duelo: Concha Velasco y Ana Duato, por Herederos y Cuéntame, respectivamente, se lo llevó Velasco que salió exultante a recogerlo. Liberada de complejos, se vio en una pantalla y dijo: «¡Uy, qué gorda!» y agradeció el premio a los presentes, compañeros de profesión a los que llamó su familia. María Asquerino, jubilada voluntariamente, afirmó que, así, con tanto cariño, daba gusto retirarse y recordó que la primera frase que dijo sobre un escenario fue: «Bombones y caramelos. Tengo praliné-¦». Paco Valladares la había provocado.

Malena Alterio dio saltos de alegría con su premio y Félix Gómez, aclamado, lloró. Julián Villagrán también se mostró feliz. Hubo buen rollo y sentimientos, millones de besos y abrazos. Pero no fue la noche de Penélope Cruz. Ni la de Eduardo Noriega. Ni la de Maribel Verdú. Ni la de Miguel Ángel Silvestre. Los grandes se quedaron a verlas venir. Porque, aunque, con unión y alegría, la que mejor lo definió fue Berta Ojea, premio a mejor actriz de reparto por su trabajo en La Señora . «Este premio también para es para mis dos compañeras nominadas. ¡Pero me lo llevo yo a casa!», exclamó con humor.

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