Diario de León

Construye estampas del acontecer diario, serenas pero llenas de fuerza

La furia colorista de Miguel Macía

El pintor, uno de los grandes valores del arte contemporáneo gallego, expone en la galería Sharon Art

Uno de los paisajes y paisanajes galaicos de Miguel Á. Martínez Macía

Uno de los paisajes y paisanajes galaicos de Miguel Á. Martínez Macía

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Manuel Linares-Rivas
León

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Más de cuarenta exposiciones individuales, cerca de un centenar de colectivas, menciones, premios y otras distinciones, figuran en el haber de Miguel Ángel Martínez Macía. Uno de los primeros valores del arte gallego contemporáneo. Por derecho propio, demostrado y reconocido. Por la diversidad en su quehacer, que le conduce por los campos de la pintura, la escultura, la serigrafía y la calcografía. Amén su dedicación como profesor de Dibujo y Plástica en el Instituto Lucus Augusti de su ciudad natal.

Hoy, este licenciado en Bellas Artes por Valencia y doctorado por Vigo, ha querido exponerse para los leoneses. Llega a nosotros con 16 obras pictóricas que cuelga en Sharon Art, al amor de la Catedral. La muestra de Macía es elocuente de por sí. Al contemplarla percibimos sobradamente sus dotes de observador, su capacidad de síntesis, su fuerza plástica, su autoridad técnica-¦ su maestría, en suma, que, de la mano de su experiencia, su sensibilidad y su personalidad, marca de modo singular e inconfundible sus realizaciones.

La obra de Macía, aparte del mucho y buen oficio que evidencia, tiene como resortes propios la frescura, la puntualidad gestual y la riqueza cromática, cuadernas sobre las que él mismo se construye. De ahí el ambiente desenfadado y sereno, las más de las veces, con que refiere esas estampas vitalistas, aconceptuales y del acontecer diario -”escenas de ambientes gallegos, de mar o de tierra adentro; de conversa y velador-”; o esas otras en que la agitación expresiva conforma un oleaje distorsionador de la realidad, capaz de zarandear los mares interiores -”retratos alegóricos y urbanos, profundos y minimalistas-”. Unas y otras, revestidas de la furia colorista que el autor despliega en su ejecución, activan la empatía entre el lienzo y el espectador, quien, a más de de asumirlas, se siente atrapado por ellas y hasta las pretende.

Estrategias de vanguardia

En las creaciones de Maciá perviven estrategias cubistas, una incontestable potencia fauve y recuerdos de Turner -”estructuras paisajísticas y de salón, flotantes-”, Bacon -”formas humanas-” y Cézanne -”esa revolución del color-”, entre otros, que él integra inteligentemente con sus propios registros y descubrimientos, hasta alumbrar un modo de hacer directo, sin artificios de mudación estilística ni voluminizaciones estériles. Sencillamente porque, parafraseando al cantor Cafrune, es su medio y en él vale por lo que es. De ahí la fascinación de sus propuestas, mar de movimiento y lirismo donde la costumbre, gris y empecinada, se eleva a categoría y prototipo de suceso. Son retazos del latir común, participados del sentido común más universal, sin ambages ni alambiques, a los que Macía dota de lenguaje propio, belleza y vida. Y los transforma en obras de arte.

Ahí la grandeza y la estela de este Macía llano, asequible, próximo y sin imposturas que hace de la precisión de matiz vademecum de cadencia y ritmo en toda su obra. Invariablemente. Al margen del argumento. Es decir, el modus está acuñado y es la madre del cordero. Y las propuestas funcionan porque comunican y mueven. Ello entraña ideas, disciplina, trabajo y norte.

Cuando el espectador se detiene ante la obra de Macía, lo hace para disfrutar, consciente de que un soplo renovado le incauta los sentidos. Lo hace huérfano de manifiesto o tribuna-¦ ¿Para qué? Las claves las tiene ante sí. Laten en la sintáxis expresiva y dinámica con que el artista entrelaza y urde su mundo plástico. Sin ligaduras ni opresiones. Libre y espontáneo. Resuelto y con entidad. Como se pintaba antes. Y siempre.

Horario: de martes a domingo, de 18.30 a 21.30. Calle Cervantes, 10, esquina Dámaso Merino.

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