Un virtuoso de la luz

león

El pintor palentino Sáenz Pedrosa sabe administrar como pocos los efectos lumínicos. En la exposición que actualmente puede contemplarse en la galería de arte Bernesga, Pedrosa se manifiesta como un consumado maestro del claroscuro, como un especialista en el manejo de las sombras y los reflejos. Todo ello es imprescindible para poder abordar con éxito las temáticas que muestra en la exposición.

Quizá la faceta más espectacular de este auténtico maestro sean los brillantes retratos femeninos encuadrados ante a la naturaleza, especialmente frente a horizontes marinos en los que las olas rompen rumorosas en las luminosas arenas de las playas. Es siempre la hora del atardecer, con el sol terminando su recorrido y enviando al cielo sus últimos destellos dorados.

Otra de las grandes especialidades del artista palentino, son las representaciones de las riberas umbrías de ríos recién nacidos que aún no han perdido en su camino el escenario de las montañas, y que discurren alegres entre rocas, protegidos por el follaje de grandes árboles. La transparencia del agua, la belleza verde de la soberbia vegetación, la atmósfera impalpable pero imprescindible-¦ solamente faltan las vivaces truchas saltando sobre el espejo plateado de la cantarina corriente.

Y, finalmente, hay un tercer escenario que se repite en los lienzos de Pedrosa, los campos cerealistas en el momento de la recolección, cuando el trigo cobra el color del oro. El pintor busca en su recuerdo para encontrase con las antiguas labores campesinas, con los viejos carros, con los poderosos bueyes-¦ y con un sol de justicia del que los labrantines se defienden como pueden. En estos paisajes la luz llega a su máximo esplendor.

Sáenz Pedrosa estudió arquitectura, pero prefirió dedicarse a la pintura y creemos que hizo bien. Con su cambio de vocación se ha ganado para el arte un estupendo pintor, un virtuoso en algo tan difícil como el tratamiento pictórico de la luz.