Diario de León

EL INVENTO DEL MALIGNO | JAVIER MARTÍN DOMÍNGUEZ

Telecine

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JAVIER MARTÍN DOMÍNGUEZ
León

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CONVERTIDO en un blanco fácil de críticas, a menudo tan descaminadas como injustas, el cine español se vio acorralado con la disminución de recaudación en taquilla el pasado año. Pero como ave fénix en apenas un mes ha levantado vuelo, gracias a un inesperado giro de guión. No sólo han sido los oscarizados Almodóvar y Penélope los que han enderezado el rumbo, lo que era previsible. Ha sido gracias al taquillazo de la comedia juvenil Mentiras y gordas con la que de verdad ha sacado pecho en medio de la tormenta.

Nunca se sabe donde acecha el fracaso, y menos cuándo llega el éxito. No era esperado este sobresalto, pero los ingredientes que lo confirman estaban en una línea prometedora. Un productor experimentado, que ya lideró la taquilla española el año pasado, Gerardo Herrero. Un guión supervisado por una de nuestras maestras nacionales, Angeles González-Sinde. Unos directores, Albacete y Menkes, que ya han demostrado oficio en temas actuales de pegada. Y a los que se debe una frase de gloria sobre el problema que nos ocupa: «El cine español no es un género».

E sta comedia juvenil, dirigida al público que sí va a las salas, entronca con aquellos bombazos en otras décadas como Amo tu cama rica o Historias del Kronen . Pero quizás el ingrediente fundamental que nos falta por citar es el omnipresente en el cartel de la película: las caras del reparto que no son otras que las que triunfan en las series de ficción de la pequeña pantalla. Hace unos años, en un debate en el que los viejos del lugar seguían culpando a Hollywood y su maquinaria invasora de todos los males del cine español, me atreví a plantear la tesis de que en la tele ocurría al revés. Lo americano estaba en retroceso y las series made in Spain triunfaban. Esta película con todos los ingredientes citados aprovecha sobre todo el star system de la tele. Europa se ha refugiado en el cine autor para venderse, mientras América siempre ha tirado de sus estrellas. Vemos ahora que nuestras estrellas no empiezan a brillar en la pantalla grande, sino que se fraguan a través de la televisión.

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