Este gran «pabellón escultórico» no se trasladó a su actual emplazamiento hasta el siglo XVII
El Arco de Triunfo de la Catedral
El trascoro de la Catedral, el gran desconocido, alberga imágenes del francés Juan de Juni
león
«En la muy noble y leal ciudad de Léon y en la Santa Iglesia Catedral Nuestra Señora Santa María de Regla, a diez y seis días del mes de febrero de 1577 años, estando los ilustres señores deán y cabildo de la dicha Santa Iglesia y provisor de ella juntos y congregados en su Cabildo, en el lugar acostumbrado..., todos de un acuerdo y voluntad y nombre y por la fábrica de la dicha Santa Iglesia dijeron que daban y dieron a hacer a Juan de Juni y Esteban Jordán, escultores vecinos de la villa de Valladolid, que estaban presentes, conviene a saber: las diez piezas de figuras, historias y tableros que han de hacer para poner en la puerta y arco y obra de la delantera del coro de la dicha Santa Iglesia y cajas que en ella están hechas de cantería, que han de ser las seis de alabastro»...
Con estas palabras se cerró el «contrato» en virtud del cual se encargaba a Juan de Juni y Esteban Jordán «vestir» los ornamentos del imponente trascoro con el que la Catedral recibe hoy a los fieles y cuya función primigenia no era otra que proteger la sillería del coro. La prematura muerte del escultor francés hizo que no pudiera acometer el encargo de realizar la natividad de Nuestra Señora y las figuras de San Pedro, San Isidro y San Froilán.
Sin embargo, la participación de Juan de Juni en este conjunto escultórico parece ya fuera de toda duda, si bien se realizó varios años antes y con motivos escultóricos distintos a los citados. Los expertos consideran que a él pueden atribuirse los profetas y tres sibilas. Así lo creía Manuel Gómez Moreno y así también lo defienden Máximo Gómez Rascón o Manuel Arias Martínez, para quienes estas esculturas son obra directa del francés. «Creo que, sin falsos apasionamientos, deben ser consideradas entre sus obras más hermosas», revela Arias Martínez en el artículo Juan de Juni en el trascoro de la Catedral de León.
La mano del escultor
E n relación a los profetas, Gómez Rascón justifica la autoría de Juan de Juni por el hecho de que ambos muestran todos los rasgos plásticos a él atribuidos. En relación a las Sibilas, considera que son tres -”Líbica, Europa y Cumana-” las que salieron de su taller. También lo defiende Manuel Árias, que hace hincapié en el hecho de que en cada una de ellas se advierten las características que distinguen a Juni. Así, e n relación a la Sibila Europa, Arias Martínez remacha características de la imaginería juniniana. Entre ellas, subraya los pliegues, la disposición de las piernas y el modo de trabajar las manos, así como el uso de los broches redondos o su tocado. El autor relaciona a Líbica con la Magdalena del retablo vallisoletano de Villafañe, y entre las características que ligan a ambas enumera el adelantamiento del pie sobresaliendo de la peana, la forma de descubrir el calzado al plegar el manto o el recurso de ocultar los dedos bajo la tela. Sin embargo, precisa que el rostro y el cabello son aquí más angelicales. Finalmente, define la expresión de la Sibila Pérsica como poderosa y en movimiento, «de trabajo minucioso en unos volúmenes que huyen de cualquier pretensión de frontalidad».
Y es que hacia 1534 los relieves de las Sibilas y los Profetas debían haber finalizado, formando parte de las primeras creaciones atribuidas a Juan de Juni en León , si bien ya habría culminado los relieves del Descendimiento y el de la Resurrección así como el altorrelieve del Nacimiento de Cristo, los tres en San Marcos.