Placer culpable

BLAKE LIVELY, una de las protagonistas de Gossip Girl , tuvo el cuajo de decir hace unos meses que la serie se podía ver sin sonido y aun así disfrutarla. Tal es la confianza de la rubia en su palmito y, sobre todo, en los trapitos que tanto ella como sus compañeros de reparto lucen en el continuo pase de modelos y tendencias que es Gossip Girl (una especie de The Sartorialist , el prestigioso blog de moda de la calle, pero con personajes animados). Gossip Girl , que Cuatro estrenó el jueves en prime time (antes había pasado, en versión original, por AXN y hace poco ha empezado a emitirla Cosmopolitan), es una serie de género. Del género tonto. Y también del género de adolescentes. Pijos, muy pijos. Y ricos, muy ricos. Lugar, Nueva York. Barrio, el Upper East Side. Las chicas, con su colegio privado; los chicos con el suyo. Nada de mezclarse en un sucio instituto. Se mezclan en fastuosas fiestas, en hoteles de lujo, en casas redobleras o en los Hamptons si hay que salir de la ciudad.

Creada por Josh Schwartz (que venía de The OC : pijos ricos en California), la promoción de la serie ha jugado con lo inapropiado de las tramas, resaltando las críticas que la calificaban como «la pesadilla de todos los padres». Drogas, sexo, picores, bulimia-¦ Agitados y mezclados entre niñatos que no han alcanzado la mayoría de edad pero juegan a ser adultos.

Unas vidas narradas por la omnisciente gossip girl («la reina cotilla» en la espantosa traducción española). Nadie sabe quién es, pero ella sí que sabe con quién se acuesta cada uno y qué se meten (o qué echan).

Aunque también se ven adultos (la estupenda Kelly Rutherford), no dejan de ser secundarios. Es una serie de amor y lujo sin vejestorios. De las que hacen mucho ruido y tienen pocas nueces (pero de Macadamia). De las que enganchan aunque sea una birria (eso sí, anda unos listones más arriba que The OC o One Tree Hill, más simplonas y previsibles).

Si tuviera que elegir la mejor serie de adolescentes quizá nombraría Es mi vida . Pero en estos tiempos resultaría deprimente y gafapastosa. Gossip Girl es más divertida. Un placer culpable que se puede disfrutar sin sonido, como dice Blake Lively.

Aunque así nos perderíamos la música, que selecciona la misma que lo hace en la serie Anatomía de Grey .