Diario de León

El niño que jugaba con el diccionario

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

JOSÉ MARÍA MERINO llega a la Academia reclamado por la institución, casi como un destino que pertenece a algún tipo de sueño de cuando él fue niño -”como él confiesa en su propio discurso de ingreso-”; no ya por la idea que pudiera tener de esta institución, sino porque él tenía en las manos desde temprano el diccionario. El diccionario fue uno de los instrumentos de curiosidad y de diversión que tuvo. Merino fue un niño que vivió entre diccionarios y enciclopedias.

Ese mundo de las palabras, el ver los significados, jugar a qué podría haber detrás de una palabra... es como una incitación primera de alguien que tiene ese destino de escritor; la curiosidad de que las palabras sirven para entenderse, tienen un sentido primario lógico utilitario, pero sirven también para contar la vida, para contarse cosas a uno mismo y, de pronto, empezar a contar cosas a los demás.

Ese origen tan lejano que él confiesa se corresponde ahora con alguien que ha cumplido unos trámites de creador literario, que ha adquirido a lo largo de tantos libros un relieve y un prestigio, y que es requerido precisamente desde esa institución que es la encargada del diccionario, la que tiene comprometido el cuidado de las palabras. Para eso es reclamado Merino, para trabajar en el diccionario. Hay un largo recorrido. Es una hermosa historia en la que se cumple un sueño.

Para quienes hemos estado tan cerca de Merino y somos tan amigos y hemos compartido, además de la amistad y de la parte vital y generacional de tantas cosas como han sucedido en este país y como han sucedido en nuestro entorno, y además hemos compartido la propia carrera literaria, con un desarrollo de nuestra vocación bastante paralelo, cumplimentamos ahora esta posibilidad de que yo sea quien, en nombre de la RAE, le dé la bienvenida a Merino.

Ingresa con un discurso muy peculiar y muy propio suyo, era el discurso al que Merino estaba predestinado. Se titula Ficción de verdad y en él cuenta cómo se le ocurre una historia que puede dar lugar a un cuento y todas las vicisitudes hasta para poder contar esa historia. Es un recurso metaliterario que pertenece muy profundamente a la propia identidad de escritor de Merino.

En Merino hay un elemento muy peculiar del que yo hablo en el discurso de contestación, y es que Merino probablemente sea el escritor español actual que más y mejor ha reflexionado sobre el propio hecho literario, sobre lo que es la narración y sobre lo que son los recursos y las opciones de expresividad que el narrador tiene. Además, esa peculiaridad ha contribuido mucho a su prestigio. Merino es, tal vez, de los escritores actuales, el más requerido en los medios universitarios tanto nacionales como extranjeros. Creo que es el que más viaja y el que más conferencias da en universidades americanas y europeas. Tiene una gran capacidad pedagógica para contar lo que es esta pasión de crear historias.

Pienso que hay otro elemento que ha contribuido poderosísimamente a su prestigio y que ha influido mucho para esta valoración que supone llegar a la Real Academia Española, y es la contribución enorme que él ha hecho a un género que ahora está rehabilitado, pero que cuando Merino arrancó a cultivarlo, no pasaba por sus mejores momentos, como es el cuento. Merino está considerado hoy, y hay bastante unanimidad, como el mejor cuentista español vivo. Ha cultivado el cuento con una voluntad muy novedosa, porque él ha sido un gran renovador del cuento literario en España. Lo ha hecho modestamente, porque Merino no es nada pagado de sí mismo, y además ha sabido recobrar de la propia tradición española del cuento los elementos que podían estar más olvidados. Ha sido un gran estudioso del género literario en España, sobre todo en la parte de eclosión del género, en el XIX y en el XX. Introduce a través del cuento, pero también en sus novelas, algo que tampoco se había cultivado demasiado, que es renovar la tradición fantástica.

Merino es muy deudor de las tradiciones de lo legendario, de nuestra tierra, que es la aportación que él hace de la vertiente de lo mítico. Ese mundo de la invención originaria, el gran conocimiento de las leyendas populares y de la oralidad. Todo esto confluye en el elemento fundamental de lo que Merino representa a partir de hoy en la Academia, que es alguien así como un dueño o propietario generoso, abierto y muy importante de lo que podríamos llamar la palabra narrativa, que es una variante creativa de la palabra.

Aquel niño que se embelesaba con los diccionarios y con las enciclopedias es este escritor en plena madurez que va a tener que trabajar en el propio diccionario. De modo que las palabras que tanto le fascinaban van a estar ahora en sus manos, como la materia viva con la que lleva trabajando como escritor....

tracking