Con «m» de magistral

ESCRIBIR fácil, dejando que fluyan las ideas, buscando el sustantivo acertado, el adjetivo imprescindible... Ya lo dijo Azorín: «La difícil facilidad». José María Merino es un maestro indiscutible de un género tan complejo como el cuento o, si se prefiere, del relato breve, que exige el arduo ejercicio de contar un historia con la máxima economía de palabras.

Quienes hayan seguido la trayectoria de Merino reconocerán en el escritor leonés el mérito de reinventarse a sí mismo en cada aventura literaria. No le gustan los caminos trillados. Sus novelas tienen el ritmo con que sólo los maestros saben componer sinfonías. Quizá porque Merino también fue o es poeta. Pero además de sus probados méritos como maestro incuestionable del cuento, Merino ha sido siempre un exquisito gourmet de las palabras. De niño viajaba a mundos remotos cuando buscaba en la enciclopedia el significado de términos como obenque, azagayas o barbacana... Porque, en definitiva, ¿qué es la literatura más que un viaje? Un vehículo en el que los grandes escritores nos transportan a mundos reales o soñados. Sin la ficción -"lo dijo ayer Merino en la RAE-", no seríamos homo sapiens.

Por una de esas hermosas casualidades, Merino ocupará en la Academia Española el sillón «m», inicial de su propio apellido y de palabras tan hermosas como memoria, magia, madre, música, mito... Y, sin duda, «m» de magistral. La RAE merecía a alguien como Merino...